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Programa educativo para prevenir y diagnosticar tempranamente el cáncer de mama en mujeres

Programa educativo para prevenir y diagnosticar tempranamente el cáncer de mama en mujeres

Autora principal: María Castañosa Mombiela

Vol. XVIII; nº 5; 215

Educational program to early prevent and diagnose the breast cancer in women

Fecha de recepción: 24/10/2022

Fecha de aceptación: 10/03/2023

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVIII. Número 5 Primera quincena de Marzo de 2023 – Página inicial: Vol. XVIII; nº 5; 215

Autores:

Dr. Yansiel Castro Marcelo

Especialista en 1er Grado en Medicina General Integral

Policlínico: Mario Muñoz Monroy. Esperanza. Ranchuelo. Villa Clara. Cuba

Dr. Jorge Antonio Quiñones Quintana

Especialista en 1er Grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente

Policlínico: Mario Muñoz Monroy. Esperanza. Ranchuelo. Villa Clara. Cuba

Dra. Rafaela Reyes García

Especialista en 1er Grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente

Policlínico: Mario Muñoz Monroy. Esperanza. Ranchuelo. Villa Clara. Cuba

Dra. Mabel Adela Pérez González

Especialista en 1er Grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente

Policlínico: Mario Muñoz Monroy. Esperanza. Ranchuelo. Villa Clara. Cuba

Dr. César Abreu Reyes

Especialista en 1er Grado en Medicina General Integral.

Policlínico: Mario Muñoz Monroy. Esperanza. Ranchuelo. Villa Clara. Cuba

Resumen.

La percepción de riesgo de cáncer de mama es inadecuada en mujeres con 30 años y más, del Consultorio médico 12, de Esperanza, lo que atenta contra el control de los factores predisponentes y el diagnóstico precoz. Para determinar la efectividad de un programa educativo destinado a modificar esta problemática, se desarrolló un cuasi-experimento desde enero de 2019 hasta diciembre de 2020.

Conformaron la población de estudio 54 pacientes, 29 de ellas, seleccionadas de forma no probabilística, conformaron la muestra. Se aplicaron dos cuestionarios, la Escala para medir el estrés, y una observación, lo que facilitó el diagnóstico, y sustentó los temas del programa educativo, desarrollado a través de talleres. Los instrumentos mencionados se implementaron como pre y pos-test.

Los factores de riesgo no modificables y modificables constituyeron las variables del estudio. Estadísticamente utilizó porcentajes y las Pruebas de Homogeneidad marginal y de McNemar. Resultados: 31,0% contaba con 40-49 años, 79,3% eran blancas, 55,2% tuvo la menarquía antes de los 12 años, 34,5% no lactó e igual porcentaje tuvo familiares con cáncer mamario; 69,0% poseía mala información sobre el tema, 58,6% eran sedentarias, 65,5% tenía dieta inadecuada, 34,5% fumaba, 58,6% consideró no estar en riesgo de cáncer, 44,8% presentó estrés que sobrepasó límites, 55,2% no asistía a consultas, 62,1% tuvo frecuencia inadecuada de autoexploración mamaria y 65,5% se lo realizó mal.

Concluyó: El programa educativo fomentó cambios significativos en los factores de riesgo modificables del cáncer, exceptuándose el tabaquismo, lo que avaló su efectividad.

Palabras clave: cáncer, mama, programa, educativo, riesgo.

Summary.

Perception of the breast cancer risk is inadequate in women with 30 years and more in the number 12 medical consulting room from Esperanza that attempts against the control of the predisposing factors and the premature diagnose. To determine the effectiveness of an educational program intended to modify this trouble was developed a quasi-experiment since January 2019 to December 2020. 54 patients conformed the study group, 29 of them selected in a no probabilistic way conformed the sample. There were applied two questionnaires.

The scale to measure stress and one observation that facilitated diagnose and sustained the themes of the educational program. The mentioned instruments were performed as pre and post tests. The modifiable and no modifiable risk factors constituted the study variables. Statistically it was used percentages and the marginal homogeneity tests and McNemar test.

Results: 31,0% were 40-49 years old, 79,3% where white women, 55,2% had the first menstruation before the 12 years, 34,5% didn´t nourish and same percent had relatives with breast cancer; 69,0% had poor information about the topic, 58,6% were sedentary, 65,5% had improper diet, 34,5% smoked, 58,6% didn´t consider to be in cancer risk, 44,8% presented stress over the limits, 55,2% didn´t assist to consultation, 62,1% had inadequate frequency of breast´s self-examination and 65,5% realized it wrong.

Concluded: The educational program promoted significant changes of the cancer´s modifiable risk factors, except smoking, what endorsed its effectiveness.

Keywords: cancer, breast, program, educational, risk

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.

La investigación se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS)

El manuscrito es original y no contiene plagio.

El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.

Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.

Han preservado las identidades de los pacientes.

INTRODUCCIÓN

El padecimiento de las enfermedades crónico-degenerativa ha aumentado. En la actualidad, más de 40 millones de personas mueren anualmente por enfermedades no transmisibles (ENT). Las principales causas de fallecimiento son las afecciones cardiovasculares (17,7 millones cada año), el cáncer (8,8 millones), las enfermedades respiratorias crónicas (3,9 millones) y la diabetes mellitus (1,6 millones).1

De forma puntual, la epidemia mundial de cáncer es de enormes proporciones y se prevé que vaya en aumento. 2,3,4El cáncer, es una de las ENT que más se incrementa en los últimos años. De acuerdo con la International Agency for Research on Cancer en 2012 se reportan 9 millones 484 mil 355 nuevos casos, detectándose una cifra de 11 millones 441 mil 637 casos en 2018, o sea, la diferencia es de un millón 957 mil 282 enfermos en tan solo 6 años.5

Entre los tumores malignos, el cáncer de mama (CM) impacta de manera importante en las mujeres.6,7 En los últimos años, las diferencias encontradas en las tasas de incidencia, prevalencia y mortalidad entre países disminuyen de forma considerable.8, 9Sin embargo, aún se estima que la mortalidad es superior en los países de bajos ingresos, donde el diagnóstico se realiza en etapas muy avanzadas.10

Para algunos autores, el CM constituye el tumor maligno más frecuente y con mayor mortalidad en el sexo femenino. 6, 11, 12Otros estiman que es el segundo cáncer más común en el mundo dentro de este género, y constituye el 25% de todos los procesos tumorales.13Con independencia de una u otra opinión, lo cierto es que cada año, más de un millón 676 mil 633 casos nuevos se dictaminan, con una taza cruda de 47,9% y un riesgo acumulado del 4,6%; a su vez, en el mundo occidental una de cada nueve-12 mujeres padecerá la enfermedad a lo largo de su vida. 9, 14,15,16

Las tasas de incidencia más elevadas se reportan en Europa occidental, Australia, Nueva Zelanda y América del Norte, próximas a 120 mil mujeres por año. En Europa, el CM es la primera causa de neoplasia en la mujer, tanto en incidencia como en mortalidad, con tasas estandarizadas estimadas según la población de la Unión Europea en 2012 de 109 y 22 por cada 100 mil féminas, respectivamente. 17

En países como Gran Bretaña, Dinamarca, Holanda, Estados Unidos y Canadá, la incidencia es de 23 a 35 casos por cada 100 mil habitantes; en otros países como Japón, México y Venezuela, la incidencia es de 2 a 5 pacientes por cada 100 mil habitantes.18En España, el CM es la localización tumoral más frecuente en la mujer (26 mil casos nuevos cada año), y afecta sobre todo a personas entre los 18 y los 65 años.19

En la Región de las Américas uno de los países más afectados es Estados Unidos, donde el CM afecta en 2014 aproximadamente 232 mil mujeres y da lugar a 40 mil muertes; alrededor del 75% de los casos de CM en este país se diagnostican en mujeres de más de 50 años de edad. 20

En Colombia, el CM ocupa el primer lugar con cerca de 7 mil casos nuevos cada año.21Estadísticas del año 2018, apuntan que se registran 3 mil 702 muertes por CM (mortalidad de 11,9 por 100 mil personas)22  más de la mitad de los pacientes que se consultan en los centros oncológicos de Bogotá se encuentran en los estadios avanzados de la enfermedad (57,0%) y presentan retrasos en el inicio de los tratamientos, lo que afecta de manera importante la mortalidad secundaria. 23

Aunque persisten las dificultades para obtener datos actualizados y confiables sobre la incidencia y la mortalidad por la mencionada localización tumoral en algunos países de América Latina y el Caribe, las estadísticas de mortalidad van en aumento, particularmente en Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Venezuela, los que contaban con tasas relativamente bajas.24

También en Cuba, el CM es la neoplasia más frecuente y la primera causa de muerte en la mujer.25 Cada año se diagnostican más de 2 mil 200 nuevos casos y las edades de mayor riesgo son las incluidas en el rango 50-64 años.12

Durante el año 2015, el CM en mujeres causa mil 544 muertes (tasa de 27,4); 26 situación que también caracteriza al año 2016, donde perecen por CM mil 525 mujeres (tasa de 27,0). 27Culminado el año 2017, el CM motiva mil 519 defunciones (tasa de 26,9); 28valor que en el año 2018 es de mil 592 (tasa de 28,2), 29 y en 2019 es de mil 718 defunciones (tasa de 30,5). 30En 2020, mil 714 mujeres fallecen como consecuencia del tumor (tasa de 30,4).31

Es un hecho que en Cuba el CM representa el mayor obstáculo para lograr y sostener la “Esperanza de Vida de 80 años con mejor calidad”, de ahí que su prevención y control, forme parte de las prioridades del Sistema Nacional de Salud. 31

Al realizar especificaciones sobre el CM en Villa Clara, entre los años 2010 y 2014, en el Hospital Provincial Universitario Celestino Hernández Robau, mil 328 pacientes femeninas son atendidas por CM. 32

Los datos referidos avalan la necesidad de realizar acciones para prevenir y/o diagnosticar tempranamente la neoplasia de mama en mujeres. Existen enfermedades que pueden evitarse por medio de un comportamiento preventivo que involucre la educación para la salud; dentro de estas afecciones se encuentra el CM.33

En el municipio de Ranchuelo,  el CM tuvo una incidencia al finalizar el año 2020 de 11 casos. La mayoría de los diagnósticos resultaron tardíos, producto de no asumir conductas responsables en relación con la salud. Lo anterior pone de manifiesto dificultades en el cumplimiento de la labor preventiva.

En el Consultorio Médico de Familia (CMF) 12 de Esperanza, un considerable número de mujeres está expuesto a factores de riesgo de CM, y no se realizan el auto examen de mama (AEM), lo que incrementa las probabilidades de padecer el tumor, así como de su diagnóstico tardío; situación que se hace marcada sobre todo en aquellas con 30 años y más. Basado en lo anterior, el autor plantea como problema científico:

¿Cómo prevenir y diagnosticar tempranamente el CM en mujeres con 30 años y más dispensarizadas en el CMF 12 del área de salud de Esperanza, desde enero de 2019 hasta diciembre de 2020?

Un programa educativo será efectivo para prevenir y diagnosticar tempranamente el CM en mujeres con 30 años y más, dispensarizadas en el CMF 12 de Esperanza, desde enero de 2019 hasta diciembre de 2020, si produce cambios significativos en el nivel de información relacionado con el tumor, modifica positivamente la práctica de ejercicios físicos y los hábitos dietéticos, erradica el consumo de tabaco y/o alcohol, aumenta la percepción de riesgo y la asistencia a consultas de seguimiento realizadas por el EBS, y estimula la realización adecuada y sistemática del AEM.

Los investigadores nos propusimos determinar la efectividad de un programa educativo para contribuir a la prevención y el diagnóstico precoz del cáncer de mama en mujeres con 30 años y más en el CMF 12 de Esperanza, desde enero de 2019 hasta diciembre de 2020. Específicamente identificar los factores de riesgo del CM en las pacientes. Diseñar un programa educativo para contribuir a la prevención y el diagnóstico precoz del CM. Así como determinar la relación entre el control de los factores de riesgo modificables relacionados con el CM y el programa educativo.

DISEÑO METODOLÓGICO

Se realizó un estudio cuasi experimental en el CMF 12, perteneciente al área de salud de Esperanza, municipio Ranchuelo, desde enero de 2019 hasta diciembre de 2020.

Conformaron la población de estudio 54 pacientes con 30 años y más registradas en las historias de salud familiar (HSF) como riesgo de CM.

Fue utilizado un muestreo no probabilístico por conveniencia para seleccionar la muestra, definiéndose como criterios de inclusión: estar aptas física y mentalmente para participar en el estudio, no diagnóstico de embarazo, período de puerperio superior a un año, y no haber participado en actividades de prevención de salud con temática similar.

Se excluyeron del estudio a aquellas pacientes que incumplieron algunas de las pautas anteriores, y que además no respondieron a todas las interrogantes planteadas en los instrumentos diagnósticos. También se exceptuaron del proceder investigativo a quienes no participaron en el 70% o más de los talleres (11 sesiones de trabajo), cifra considerada indispensable para cumplir los propósitos del programa educativo. Luego de este análisis, la muestra quedó conformada por 29 pacientes.

La investigación se estructuró en etapas.

Etapa de diagnóstico

El primero de estos instrumentos fue un cuestionario, que tuvo como objetivo identificar el nivel de información de las pacientes sobre el CM, así como los factores de riesgo y la percepción de riesgo relacionada con esta localización tumoral.

Consecutivamente en un segundo encuentro, se implementó el cuestionario CAGE conocido de esta forma por sus siglas en inglés (Cut, intento de reducir el consumo de alcohol; Annoyance, molestia con crítica acerca del beber; Guilt, culpa ante la ingestión de alcohol; Eye-opener, uso del alcohol como abridor de ojos). Su propósito fue caracterizar el consumo de alcohol en la paciente, lo que dependió de las respuestas positivas ofrecidas, las que sumaron un punto.

En este encuentro también fue aplicada la Escala para valorar el nivel de estrés, que fue utilizada para determinar el nivel de estrés dentro de las participantes. Para ello la paciente respondió positiva o negativamente 16 frases relacionadas con manifestaciones de estrés, lo que incluyó cada síntoma ofrecido en la tercera frase. La calificación de la prueba se realizó de forma cuantitativa. Se otorgó un punto por cada respuesta positiva. En la tercera frase se anotó un punto adicional por cada síntoma al cual hizo alusión la paciente.

En un tercer encuentro se desarrolló en la consulta médica. En esta cita se pidió a la fémina que se realizara el AEM, hecho que se valoró según una guía de observación.

En algunos casos no se logró la realización del AEM en el mencionado encuentro, por lo que fueron necesarias otras intervenciones médicas de carácter personalizado.

Etapa de diseño del programa educativo

El programa educativo tuvo como objetivo fundamental modificar los factores de riesgo de CM. En tal sentido, la identificación de los factores de riesgo, especialmente aquellos numerados como modificables, así como el déficit de conocimiento evidenciado a través del cuestionario, y los hallazgos correspondientes a la implementación del AEM, constituyeron el basamento de los temas a incluir dentro del programa educativo.

El taller fue seleccionado como forma metodológica aplicada.

Los talleres se conformaron con técnicas participativas. Se partió de la realidad y las experiencias de las participantes y se utilizaron sus propios códigos, desde su percepción. La persona, al observar la conducta de los demás y las consecuencias de las respuestas que ofrecieron ante ciertas circunstancias, aprendió respuestas nuevas y modificó las previas, adaptándolas a su individualidad y entorno; además incrementaron la motivación y facilitaron el aprendizaje significativo.

Etapa de implementación del programa educativo

Se conformaron dos grupos. Un grupo quedó conformado por 14 pacientes y otro por 15 miembros. Cada grupo estableció sus propias normas de actuación.

Cada colectivo contó con una líder, la cual fue seleccionada por las participantes, hecho que facilitó la comunicación entre ellas en caso de producirse alguna variación en el horario o el día de desarrollarse la actividad.

Etapa de evaluación del programa educativo

El procedimiento asumido siguió iguales parámetros a los que se hizo alusión en la etapa de diagnóstico, solo que los instrumentos se aplicaron como pos-test o pos-prueba en la segunda consulta del año 2020.

Los datos recolectados se registraron en un libro de Excel, y se exportaron posteriormente al Paquete estadístico SPSS. La información se expuso en valores absolutos y relativos (por cientos), a través de tablas de contingencia.

Para valorar los cambios producidos como resultado de la aplicación del programa educativo se utilizó la Prueba de homogeneidad marginal (HM) para variables cualitativas ordinales o nominales politómicas. En el caso de variables cualitativas nominales dicotómicas se utilizó la Prueba de McNemar. Dichas pruebas se interpretaron de acuerdo con los siguientes valores de p:

p < 0,05: cambios significativos entre las variables.

p ≥ 0,05: cambios no significativos entre las variables.

RESULTADOS

Al abordar los factores de riesgo no modificables de CM, preponderaron las mujeres con 40-49 años (31,0%), seguidas en frecuencia por aquellas con 30-39 años (24,1%), menos comunes fueron las que contaron con 70 años y más (6,9%). El 79,3% de las implicadas en el estudio se consideró de piel blanca.

La mayoría tuvo su primera menstruación antes de los 12 años (55,2%), y un 65,5% había gestado entre 2-4 veces. El primer parto ocurrió generalmente con menos de 35 años (72,4%). Entre las féminas, un 34,5% no había lactado e igual porcentaje lo hizo por menos de 3 meses, cifra que también se correspondió con aquellas que todavía mantenían su menstruación, detectándose que un 44,8% se hallaba en la etapa menopaúsica. No se detectaron antecedentes familiares de CM en el 65,5% de los casos, así como el 75,9% no hizo alusión a historia mórbida de neoplasia de colon u ovario en parientes cercanos.

La Tabla 1 describe la distribución de pacientes según nivel de conocimientos sobre el tema

antes y después de aplicado el programa educativo. Antes de la intervención, el 69,0% de las participantes en el programa educativo se catalogó con una mala información acerca del CM, un 10,3% se ubicó en las casillas correspondientes a la evaluación de bien. Implementados los talleres, preponderó la categoría de bien, obtenida por el 44,8%, reduciéndose el porcentaje de aquellas que originalmente resultaron menos favorecidas (13,8).

Desde el punto de vista estadístico las diferencias resultaron significativas.

En la Tabla 2 se aprecia la distribución de pacientes según práctica de ejercicios físicos

antes y después de aplicado el programa educativo. El sedentarismo se determinó en el 58,6% de las féminas previo al desarrollo de las sesiones de trabajo, manifestándose como activas el 17,2%, valor que ascendió a 20,7% como resultado de la intervención. Igualmente, el indicador de irregularmente activas varió de un 24,1% inicial a un 62,1% durante la aplicación del pos-test.

Previo al desarrollo de la actividad grupal primaron las féminas sin disposición para hacer ejercicios físicos (58,6%), (Tabla 3) situación que se modificó al ser partícipe de las sesiones de trabajo, dado que este porcentaje se redujo a 24,1, ubicándose un 41,4% entre las que aún no se habían decidido y un 34,5% mencionó tener una actitud positiva.

La dieta fue no adecuada en el 65,5% de las pacientes sin haber sido parte del grupo experimental, identificándose un 6,9% con una alimentación adecuada (ver tabla 4). Al efectuar esta valoración posterior a la intervención, prevaleció el consumo de alimentos parcialmente adecuado (75,9%), ampliándose el valor porcentual de aquellas que optimizaron su estilo alimentario (17,2%). Se reveló desde el punto de vista estadístico diferencias de significación entre uno y otro momento investigativo.

La Tabla 5 describe la distribución de pacientes según consumo de tabaco antes y después de aplicado el programa educativo. El tabaquismo se detectó originalmente en el 34,5% de las mujeres, pero disminuyó este por ciento a 13,8 como consecuencia de la influencia; sin embargo, desde el punto de vista estadístico el hecho no resultó significativo.

El 79,3% de las implicadas en el estudio no consumía alcohol o lo hacía de forma social, según la información recopilada antes de ser miembros del grupo. (ver tabla 6) Este valor se incrementó a 93,1% como resultado de asistir a las actividades, reduciéndose a 3,4% las consumidoras perjudiciales y las dependientes.

En la Tabla 7 observamos la distribución de pacientes según percepción de riesgo relacionada con el CM antes y después de aplicado el programa educativo. Preponderaron primariamente aquellas mujeres que consideraron no tener riesgo de aquejar CM (58,6%), seguidas por un 31,0% que opinó tener poco riesgo. Ninguna paciente expresó poseer mucho riesgo. Una vez desarrollados los talleres ocurrió variación en dichas expresiones, siendo común las concepciones afines al riesgo moderado (55,2%) y a tener mucho riesgo (31,0%). Nadie opinó estar exento de la probabilidad de aquejar CM (0,0%).

A través de la prueba de Homogeneidad Marginal, se detectaron diferencias estadísticas de significación.

Usual fue la detección de un nivel de estrés que sobrepasó los límites primariamente (44,8%), siendo también frecuente el estrés excesivo (41,4%)(ver tabla 8). Como resultado de la ejecución del programa, ninguna mujer quedó ubicada dentro de las que dijeron originalmente sentir demasiado estrés (6,9% versus 0,0%). Asimismo, el estrés excesivo se redujo a 10,3%, pero aumentó el estrés que sobrepasó los límites y el nivel normal, con valores respectivos de 55,2% y 34,5%.

Lo antedicho condicionó una diferencia estadística de significación, según los resultados del procesamiento de los datos.

Se consideró en un primer momento que el 62,1% de las féminas no asumía una periodicidad adecuada en lo referente a la realización del AEM, (ver tabla 9) situación valorada como correcta en el 10,3%. La influencia generó transformaciones en la mencionada conducta, dado que prevaleció la frecuencia apropiada de realización del AEM (62,1%), y ninguna paciente (0,0%) se perpetúo en la condición de no adecuada.

La tabla 10 muestra como se consideró no adecuado el modo práctico de realización del AEM en muchas de las mujeres (65,5%), porcentaje que se redujo a 10,3 una vez desarrollado el cuasi-experimento. En sentido opuesto, el 3,4% inicial de pacientes con un desempeño correcto en el momento de hacerse la autoexploración glandular, se acrecentó a un 48,3%, presentándose también diferencias entre las cifras de parcialmente adecuadas iniciales y finales (31,0% y 41,4% respectivamente). Igualmente se evidenciaron diferencias estadísticas significativas.

DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

Debido al notorio incremento del CM en los últimos años en la población femenina, tanto en lo referente a la morbilidad como a la mortalidad, resultan necesarias las acciones de promoción de salud y prevención de enfermedades, para propiciar estilos de vida saludables que eviten la aparición de esta entidad. 25

Sánchez Urdaneta Y colaboradores, 63 plantean que el estrato de edades prevalentes fue el de 35 a 55 años. Reina Suárez ME y colaboradores, 37 por su parte, apuntaron que aquellas con 46-65 años predominaron dentro de su investigación (79,2%).

No se convino con lo publicado por Rivero Morey RJ y colaboradores, 66 para ellos, las féminas con 20-30 años (75,0%) prevalecieron. Reportaron además edades extremas de la vida Mariño Membribes ER y colaboradores, 67 dado que la generalidad de las pacientes sobrepasó los 60 años de edad (35,9%).

Las mujeres de piel blanca estuvieron más representadas en la investigación de Rivero Morey RJ y colaboradores (66,0%); 66 así como en el estudio publicado por García-Domínguez A y colaboradores. 10Diferentes fueron los hallazgos de Pineda-Higuita SE y colaboradores, 11 quienes afirmaron que la raza mestiza fue la de mayor proporción (58,5%).

La menarquía mostró asociación con el CM, de acuerdo con estimaciones de García-Domínguez A y colaboradores. 10 En igual sentido, Cabero Roura L y colaboradores, 68 postularon que la menarquía precoz fue uno de los factores de riesgo no modificables que más se asoció al CM. 37

Al adentrarse en la edad del primer parto, Sánchez Urdaneta Y colaboradores, 63 hallaron que generalmente este ocurrió antes de los 35 años; alusiones parecidas realizaron Camejo Martínez N y colaboradores, 69 dado que el 80,0% de las pacientes tuvo hijos antes de los 30 años. Dentro de los factores de riesgo no modificables fue abordado además el número de gestaciones. Al pronunciarse acerca del particular, los autores enunciaron que el 60,0% de las implicadas en su trabajo investigativo había procreado; por ciento que fue de 62,2%, con una cifra de uno o dos hijos, según el reporte de Pineda-Higuita SE y colaboradores. 11

Desde otra arista, pese al fomento constante de la lactancia materna y las leyes que protegen la maternidad en Cuba, muchas mujeres no lactaron a sus hijos. Amamantar, de acuerdo con consideraciones de la Unionfor International Cancer Control, 70 disminuyó la probabilidad de presentar CM. Por cada 12 meses que una mujer amamantó a su bebé, el riesgo relativo disminuyó a 4,3%, y otro 7% por cada bebé amamantado. La lactancia materna redujo la incidencia del CM hasta en un 11%.

Al hacer valoraciones de esta particularidad en los distintos reportes encontrados, existen dificultades con la lactancia materna. Así, Pineda-Higuita SE y colaboradores, 11 reflejaron que el 4,5% de las mujeres no amamantó. El valor fue de 11,5% según lo informado por Rivera Ledesma ER y colaboradores, 12 quienes agregaron que el 42,6% de las féminas brindó lactancia materna por menos de 4 meses o no la ofreció.

En España, el porcentaje de lactantes amamantados hasta los 6 meses de edad fue del 28,0%, lo que evidenció falta de conocimientos y competencias sobre el tema. 71

En el informe de Camejo Mártinez N y colaboradores, 69 el 66,0% de las pacientes tuvo su menopausia entre los 45 y 55 años, un 20,0% tuvo menopausia tardía (luego de los 55 años) y un 14,0% temprana, o sea, antes de los 45 años. Se concordó parcialmente con estos hallazgos. Igualmente, para Sánchez Urdaneta Y colaboradores, 63 el cese fisiológico de la menstruación ocurrió aproximadamente a los 49 años.

Relevante fue el porcentaje de pacientes con antecedentes familiares positivos de CM.

Hasta el 10% de los casos de CM son hereditarios. El hecho de tener una historia familiar de CM en familiares de primer grado conlleva a un riesgo relativo superior a dos. 48, 54

Plantearon Juárez Cruz JC y colaboradores, 72 que la historia familiar de CM fue un importante factor de riesgo para padecer la neoplasia en México. En sentido parecido, el 6,5% de las mujeres estudiadas por Camejo Mártinez N y colaboradores, 69 tenían dos o más familiares afectados por CM.

Los antecedentes familiares en línea paterna (8,0%), materna (5,3%) y personal (5,3%), fueron informados por Rivero Morey RJ y colaboradores. 66   Se difirió de lo detallado por Leonardo Alvarez IM y colaboradores, 73 pues el 75% de las pacientes estudiadas tenía antecedente de un familiar con CM.

Al resumir de forma parcial los resultados investigativos, pudo afirmarse que las pacientes poseían concomitancia de varios factores de riesgo no modificables de CM. El hecho fue tratado por Camejo Mártinez N y colaboradores, 69 los que anotaron que el 48,0% de las pacientes presentaron uno o más factores de riesgo para CM.

Antes de la influencia, los conocimientos que poseían las pacientes sobre el CM se catalogaron  como malos. La actividad grupal, atizó la incorporación de nueva información.

En consonancia con lo descrito, Meneses-Echávez JF y colaboradores, 21 plantearon que existió un bajo nivel de información sobre CM; aspecto con el que concordó Siu AL. 74 Igualmente puntualizó Rivero Morey RJ., 66 que los conocimientos que poseían las mujeres sobre los factores de riesgo y el diagnóstico precoz del CM fueron  malos (56,7%) y regulares (44,0%).

Diferentes fue lo valorado por Sánchez Urdaneta Y colaboradores, 63 según ellos preponderó la información catalogada de buena (50,0%) y regular (47,9%). Mantilla Toloza SC y colaboradores, 75 también dijeron que el 73,7% de las pacientes estudiadas dijo saber cómo se realizaba el AEM. 75

Al menos un 60% de la población mundial, no realiza una actividad física suficiente que repercuta en beneficios relacionados con la salud. 76 En el CM la actividad física reduce el riesgo a través de la modulación del metabolismo, de los factores de crecimiento, de las hormonas y de la disminución de la adiposidad. 77, 78

En un primer momento, fueron clasificadas como sedentarias una proporción superior de mujeres. Participar en las sesiones de trabajo varió esta visión y estimuló la práctica de ejercicios, puntualmente en las pertenecientes a los rangos poblacionales 30-39 años y en una proporción inferior, a las que contaban con 40-49 años. Las adultas mayores, personas con 60 años y más, se incorporaron al círculo de abuelos. Hubo un estrato de población menos beneficiado y fue el de 50-59 años.

El ejercicio regular tiene un efecto protector contra el CM. Es posible alcanzar una reducción promedio del riesgo que oscila entre el 25% y el 40% entre aquellas mujeres físicamente activas al compararlas con las no activas. 70 Apoyó lo anterior Lucas Cortés MF, 42 Gázquez Gómez A, 79 y Nomura SJO y colaboradores. 80

Para Ramírez K y colaboradores, 78 si bien no hay demostración de que el sedentarismo aumentó el riesgo de CM, existió una fuerte asociación entre actividad física y prevención.

Como se ha expresado, los estilos de vida condicionan un mayor nivel de salud,  dentro de los hábitos saludables una alimentación equilibrada es fundamental y ayuda a prevenir un gran número de enfermedades. 81

El consumo de tabaco se ubica entre los principales factores de riesgo de la salud humana, 82, 83 con graves consecuencias económicas, sociales, sanitarias y ambientales, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. 84 En Cuba, el tabaquismo es una de las enfermedades por consumo de sustancias más extendidas. A nivel mundial, el país se ubica entre los tres primeros según el consumo per cápita de cigarrillos y tabaco. 84, 85

No se produjeron cambios estadísticos de significación respecto al hábito de fumar, pues el tercio de las pacientes que se dictaminó originalmente como fumadoras se redujo escasamente.

Es vital partir de la identificación y dispensarización de los fumadores que concurren a la consulta, vincular los síntomas de la consulta con el tabaquismo, brindar opinión explícita sobre los beneficios del abandono, favorecer la reflexión entre las personas acerca de su condición de fumador, lograr que los fumadores transiten hacia etapas de cambio de comportamiento más avanzados, aumentar los intentos de cesación, proveer de herramientas eficaces para lograr dejar de fumar; lo que redundará en la obtención de mayores porcentajes de éxito en cesación. 86

Para García-Domínguez A y colaboradores, 10 el tabaquismo fue un importante factor de riesgo de CM, pues se detectó de forma frecuente en mujeres enfermas. Asimismo, revelaron Rivera Ledesma ER y colaboradores, 12 que el 71,4% de las pacientes con CM consumía regularmente tabaco. Autores como Lucas Cortés MF, 42 se contrapusieron a la evidencia concluyente de que el tabaquismo se asoció al CM.

El alcoholismo también fue abordado como factor de riesgo de CM. El consumo de alcohol es una costumbre universal cuyas consecuencias tienen una amplia repercusión física, psíquica y social, por lo que es considerado un flagelo que afecta en mayor o menor grado a casi todas las sociedades del mundo. 87

Asistir a las sesiones de trabajo contribuyó a modificaciones en la clasificación del consumo de alcohol, pues se incrementó el indicador porcentual de las menos expuestas al tóxico.

Cáceres D y colaboradores, 88 opinaron que en las mujeres la ingestión ocurrió en el clandestinaje y por largo tiempo sin recibir ayuda.

González Menéndez R, 89 afirmó que las mujeres jóvenes de 20 años y ya cerca de los 30 años fueron más propensas a consumir bebidas alcohólicas que las mujeres más viejas (lo que concuerda con la edad de mayor agresividad del CM). A modo de ejemplo, en Chile, el 42,5% de las mujeres declararon consumir alcohol, respecto al 55,3% de los hombres. Hace 20 años, las cifras eran 30,0% y 50,0% respectivamente. 90

Sobre la relación entre el consumo de alcohol y el CM, expertos de la Unionfor International Cancer Control, 70 exteriorizaron que podrían evitarse hasta el 14% de los casos de neoplasias mamarias si se redujera de forma considerable el consumo de alcohol o se eliminara.

En Cuba, se consideró por Mendoza Tascón, 91 que el 45,2% de la población mayor de 15 años consumió bebidas alcohólicas. Ahora, al igual que en el resto del mundo, con la superación de los roles de género cambió la tendencia en el patrón de consumo. 92

Pese a que, en casi todas, confluyeron varios factores de riesgo, muchas féminas dijeron no estar expensas a desarrollar CM. Bastó ser parte del grupo, participar en los debates, dar sus razones y escuchar las opiniones de los demás, para que la interpretación de la realidad variara y consideraran esencialmente que su riesgo era moderado.

El estrés se trató como factor psicológico relacionado con el CM. En la actualidad, existen  evidencias que sugieren diversas interacciones entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico, así como varias vías mediante las cuales el estrés puede provocar enfermedades debido a que cualquiera de estos sistemas puede desencadenar una enfermedad.

Es un hecho, que el estrés se inscribe dentro de los factores de riesgo de CM. 93 Casi la mitad de la muestra presentó de primera instancia un nivel que sobrepasó los límites de la normalidad, considerándose también frecuente el grado excesivo.

Al tratar el tema, Lucas Cortés MJ, 42 defendió que existieron numerosas evidencias de relación entre el estrés y el CM, aunque la diversidad de resultados encontrados puso de relieve la necesidad de investigar en esta línea. Fallah R y colaboradores, 94 asumieron al respecto una posición de duda; mientras que discreparon de lo afirmado, Schoemaker MJ y colaboradores, 95 pues plantearon que no existía evidencia científica que relacionara al estrés con el CM.

No adecuada resultó la periodicidad en lo que respecta a la realización del AEM en las valoraciones previas al desarrollo de la intervención. Este hecho se modificó una vez que las mujeres fueron parte de la labor implementada por el facilitador.

Es fundamental la realización del AEM, de acuerdo con el criterio de Amse NR y colaboradores; 5 sin embargo, la generalidad de los estudiosos coincidió en afirmar que este proceder es poco asumido por las féminas.

Reportaron Santibáñez Ramírez M y colaboradores, 13 que el 27,3% de las mujeres se realizó semanalmente el AEM, un 16,0% lo hizo con una frecuencia anual, un 4,8% semestral y un 2,1% trimestral. Ello tradujo dificultades en la frecuencia de realización del proceder.

No se convino con lo expuesto por Meneses-Echávez JF y colaboradores, 21 quienes consideraron que la evidencia para apoyar el AEM como una estrategia aislada para la detección precoz del CM fue baja.

Sánchez Urdaneta Y y colaboradores, 63 detallaron que entre las causas de no practicar el AEM se encontraron el temor a hallar la enfermedad (41,2%) y con igual ponderación no saber hacerlo; la ausencia de síntomas que las llevase a descartar la enfermedad (17,6%), unido a al desinterés o la negativa de poder presentar CM (11,8%), también influyeron.

A pesar de ser una enfermedad con una tasa de mortandad elevada, la detección temprana y el tratamiento médico favorecen el pronóstico, la recuperación y reducen la probabilidad de muerte a causa del CM, por tanto, esta condición ha pasado de ser una enfermedad mortal a una enfermedad crónica. 76 El objetivo de los programas de pesquisa a largo plazo debe ser diagnosticar el CM en estadios precoces. 63

El conocimiento de los factores de riesgo de CM, la realización de charlas educativas, demostraciones sobre la técnica correcta para el AEM y la implementación de estrategias de intervención constituyen pilares fundamentales en la prevención de esta enfermedad.

CONCLUSIONES

Dentro de los factores de riesgo no modificables relacionados con el CM predominaron el rango de edad comprendido entre los 40 y los 49 años, el color blanco de piel, la menarquía temprana, la no lactancia materna, y los antecedentes familiares positivos de tumor maligno mamario, así como de neoplasias de ovario y de colon.

Se identificaron como características predisponentes modificables, el bajo nivel de información sobre el tema, el estilo de vida sedentario, la dieta no adecuada, el tabaquismo, la incorrecta percepción de riesgo, el estrés que sobrepasó el límite de la normalidad y el excesivo estrés, la inasistencia a consultas de seguimiento, y las dificultades en la periodicidad y en llevar a la práctica el AEM; en ello se sustentó el diseño del programa educativo.

Producto de la implementación de este programa, se produjeron cambios positivos de significación en la generalidad de los factores de riesgo modificables, exceptuándose el tabaquismo. Las valoraciones anteriores avalaron la efectividad del programa educativo desarrollado en función de prevenir y diagnosticar tempranamente el CM.

Ver anexo

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