recuperación visual muy reservada. El pronóstico es peor aun alcanzándose la corrección anatómica. (17, 18) Estas lesiones en las zonas II y III deben ser diagnosticadas de forma muy oportunas y el manejo médico o quirúrgico debe ser valorado y llevado a cabo por oftalmólogos con mucha experiencia, porque en dependencia de su actuar será la aparición o no de complicaciones que traería consigo un pronóstico visual desfavorable al final de la recuperación de paciente.
Esto también es reportado por el estudio del hospital Universitario de Split, Croacia, (19) donde los daños a globo cerrado tuvieron una agudeza visual final significativamente mejor que los daños a globo abierto, en estos últimos habiendo una asociación significativa entre tipo y severidad de la lesión y agudeza visual final, principalmente en los casos con ruptura ocular, donde los pacientes presentaron agudeza visual menor de 20/200 en el 89,5% de los casos.
Otros estudios también encontraron correlación estrecha entre agudeza visual inicial y final, con diferencia significativa en la agudeza visual final entre lesión a globo abierto y cerrado, se encuentra comprometida está en las lesiones a globo abierto con un pobre pronóstico visual. (20) En un reporte español, (17) los pacientes con lesión a globo cerrado ya sea por objeto contuso o filoso presentaron una agudeza visual entre los niveles I y II, mientras que en las lesiones a globo abierto por los mismos agentes causales predominó la agudeza visual en las categorías IV – V y entre II y V respectivamente.
La relación del pronóstico visual con la zona de asiento de la lesión fue un hallazgo común a algunos de los reportes revisados. (21) En el estudio conducido en la Universidad de Palermo en los trauma a globo cerrado la zona más afectada fue la I, coincidente con nuestros resultados, y de igual forma, los pacientes con lesiones en la zona III tuvieron peor pronóstico visual que el resto de los pacientes. (22) Según el estudio realizado por Lima Gómez en México, en el trauma a globo abierto la zona más afectada fue la I, mientras que a globo cerrado fue la III. (23)
Tabla 2. Estimación de la carga causal de factores pronósticos en el desarrollo de la alteración de la agudeza visual.
Variables | β | WALD | Exp (β) | IC 95,0% para Exp (β) | |
Inferior | Superior | ||||
Laceración lamelar (ll) | 0,994 | 43,981 | 2,701 | 2,014 | 3,623 |
Trauma cerrado mixto (ll + ces) | 1,558 | 6,149 | 4,752 | 1,386 | 16,285 |
Zona II | 2,084 | 21,918 | 8,039 | 3,359 | 19,238 |
Constante | -0,973 | 106,581 | 0,378 |
Nota explicativa: CES – Cuerpo Extraño Superficial.
Se evaluaron varias variables para estimar la carga causal de los factores pronósticos seleccionados de alteración de la agudeza visual como la contusión, laceración lamelar, CES, trauma cerrado mixto, lesiones penetrantes, lesiones perforantes, CEIO, zona II y zona III, siendo estadísticamente significativos las variables expuestas en la tabla 2. Sobre la base de lo anteriormente expuesto, se expresa que resulta 2,7 veces y 4,7 veces más probable presentar alteraciones de la agudeza visual si se tiene laceración lamelar y trauma cerrado mixto, respectivamente en relación con la tenencia de un traumatismo por cuerpo extraño superficial.
De igual forma, es 8 veces más probable presentar trastornos de la agudeza visual en niños con traumatismos oculares de la zona II (Desde la cámara anterior hasta la capsula posterior en los traumas a globo cerrado y hasta 5 mm después del limbo en los traumas a globo abierto), que si presentaran trauma de la conjuntiva, córnea y esclera (zona I).
No se han hecho estudios multivariados que estimen el peso de los factores pronósticos asociados a la perdida de la agudeza visual en traumas oculares infantiles. Cabría esperar que las lesiones del segmento anterior tengan mejores resultados visuales en los pacientes, a diferencia de las del segmento posterior y las lesiones en las que participaron ambos segmentos del globo ocular, donde la mayoría de los ojos terminan con visión menor de 0,5. Las heridas más posteriores tienden a relacionarse con un resultado más malo, ya que el trauma mecánico de la retina o del nervio óptico a menudo lleva a pérdida visual irreversible.
Esto ratifica el criterio compartido por la mayoría de los autores de que las lesiones del segmento posterior indican gravedad e influyen directamente sobre la agudeza visual. (24 – 26)
Los traumas contundentes o las rupturas generan lesiones difusas y las fuerzas requeridas para crear una apertura en la pared ocular es significativa. Como resultado, el pronóstico visual de estas lesiones es reservado. El mecanismo de una laceración incluye fuerzas más localizadas y puede requerir muy poca energía para crear una apertura en la pared ocular. Esto con frecuencia conlleva un mejor pronóstico visual, y en general, las lesiones penetrantes y los cuerpos extraños intraoculares pequeños presentan un pronóstico más favorable. Se acepta que las lesiones con perdigones o con cuerpos extraños intraoculares, involucran un componente significativo de la fuerza transferida, de naturaleza contundente. Estas lesiones tienen un pronóstico muy malo. De manera similar, las heridas perforantes tienden a tener un pronóstico muy malo ya que muchas de estas lesiones se relacionan con proyectiles (perdigones) y la herida de salida con frecuencia se localiza en el segmento posterior del ojo.
Tanto los traumas oculares mixtos y especialmente las laceraciones lamelares que ocurren en la córnea de los niños que no han concluido su desarrollo visual, o sea, antes de los 9