La intolerancia al ejercicio y la disnea, son los síntomas más comunes de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y aumentan progresivamente a medida que la enfermedad avanza (4,5). La disnea tiende a hacer a los individuos con EPOC más sedentarios. La escasa movilidad produce descondicionamiento muscular, debilidad y pérdida de masa muscular. También hay una repercusión psicológica, en forma de ansiedad y depresión, que agrava la disnea y se cierra así un verdadero círculo vicioso. Esta situación deteriora la calidad de vida del individuo y provoca una transformación progresiva de su relación con el entorno, además de favorecer una intensa dependencia de las estructuras sanitarias.
Son múltiples los factores que determinan esta limitación ventilatoria, dentro de ellos están las anormalidades integradas entre la mecánica ventilatoria y la función de los músculos respiratorios, así como el aumento en la demanda ventilatoria además de alteraciones del control neural de la respiración (5). Por otra parte, en los últimos años se han acumulado evidencias que apoyan la participación de la disfunción de los músculos esqueléticos periféricos, en especial de los músculos de la deambulación, en la baja tolerancia al ejercicio que presentan los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Si bien esta baja tolerancia se atribuía tradicionalmente a la reducción en la capacidad ventilatoria y a la disnea inducida por el ejercicio, no es menos cierto que muchos pacientes detienen una prueba de ejercicio por fatiga de las extremidades inferiores antes que por disnea (6,7,8).
Se ha comprobado en numerosos estudios que la rehabilitación pulmonar, y principalmente el entrenamiento físico, producen una mejoría significativa de la disnea, de la capacidad para realizar ejercicio y de la calidad de vida. El entrenamiento físico es una parte fundamental de los programas de rehabilitación pulmonar, el cual forma parte del tratamiento no farmacológico de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) estable. Los objetivos de la rehabilitación pulmonar son: reducir los síntomas, mejorar la calidad de vida, aumentar la capacidad funcional y reducir la utilización de recursos. Estos objetivos deben ser logrados mediante un programa multidisciplinario personalizado compuesto por entrenamiento físico, educación sanitaria, nutrición y apoyo psico-social.
El entrenamiento físico es uno de los pilares fundamentales de la rehabilitación respiratoria, pues el entrenamiento con ejercicio parece retrasar la pérdida de función pulmonar. Por lo tanto las acciones y estrategias que supongan un aumento de la capacidad de ejercicio de los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) son importantes.
En la literatura se describen diferentes tipos de entrenamientos aplicados a pacientes con EPOC: aeróbicos, anaeróbicos y combinados. Estos programas llamados habitualmente de “rehabilitación respiratoria” incluyen ejercicios de al menos 4 semanas de duración, aspectos educativos y apoyo psicosocial. Se han hallado mejorías clínica y estadísticamente significativas de la disnea, la fatiga y la destreza. En cuanto a la etapa de la enfermedad en la cual se debería comenzar el entrenamiento, se ha observado que en todos los estadios de la enfermedad los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se benefician con los programas de rehabilitación (9,10,11). Además se han comunicado beneficios con programas de rehabilitación dirigidos a pacientes hospitalizados, ambulatorios y en el ámbito domiciliario (12).
Por todo lo expuesto, nos planteamos el presente estudio con el objetivo de analizar los beneficios de un programa ambulatorio de ejercicio físico sobre la fatiga o disnea en sujetos con EPOC.
MÉTODO
Estudio analítico, de intervención, prospectivo cuasi-experimental “antes y después” sin grupo control. La población de estudio fue la de todos los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que se encontraban en el período (01-05-10 hasta 15-06-10) en fase estable. El ámbito del estudio se desarrolló en la Zona Básica de Bailen ( Jaén). La duración del estudio fue de 4 meses.
Así mismo se excluyeron del estudio aquellos pacientes que presentaban:
- Enfermedades del aparato locomotor que le incapacitaban para la deambulación.
- Enfermedades cardíacas: angina inestable, enfermedades valvulares o aórticas o haber sufrido un Infarto Agudo de Miocardio (IAM) en los 2-3 meses previos al estudio.
- Deterioro cognitivo (Pfieffer >4 errores).
- Tabaquismo activo.
La muestra se obtuvo mediante un muestreo no probabilístico intencional, entre los candidatos que firmaron el consentimiento informado y demostraron una actitud positiva y colaboradora.
Previamente al programa de ejercicio físico se hizo entrevista semiestructurada a cada paciente en la que se recogieron los datos clínicos y sociodemográficos tales como edad, sexo, índice de masa corporal (IMC), saturación de oxígeno (Sat O2), tensión arterial (TA), frecuencia cardíaca (FC), nivel de autonomía para las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVDA) mediante el Índice de Barthel, nivel cognitivo (Test Pfieffer) y grado de disnea ( escala de Borg). (Tabla 1). La escala de Borg es de tipo categórico, con descripciones que van desde “nada de nada” hasta “máxima” y una puntuación de 0 a 10, en la que el paciente debe señalar su grado de disnea.
El programa de ejercicios físicos o entrenamiento diseñado por la enfermera tuvo una duración de cuatro semanas, y constaba de caminatas durante 3-4 días por semana. La duración de la caminata se estableció en función de las posibilidades de los pacientes, comenzando por 20 minutos y se iban elevando 5 minutos semanalmente, de forma progresiva.
Previamente al comienzo del entrenamiento se les indicaron las siguientes recomendaciones:
a) Evite realizar los ejercicios en las 2 horas siguientes a una comida principal.
b) Descanse 30 minutos al finalizar.
c) Camine por terreno llano. No hable y evite temperaturas extremas.
d) Utilice ropa y zapatos cómodos.
e) Intente efectuar respiración diafragmática inspirando por la nariz y espirando por la boca y con los labios fruncidos.
f) Al principio quizás no pueda caminar más de 30 minutos, no se preocupe poco a poco mejorará su capacidad de esfuerzo.
Tras el entrenamiento programado se volvió a citar a los pacientes en la consulta para la evaluación de la disnea, mediante la escala visual- analógica directa de Borg. Para ello se instaba al paciente que marcara la intensidad de su disnea sobre una línea acotada en algunos puntos por frases descriptivas. Se valoró de 0 a 10, a más puntuación mayor dificultad respiratoria.
Se realizó análisis estadístico descriptivo de todas las variables y se construyen los Intervalos de Confianza para la media al 95%. Las variables cuantitativas se expresan con la media y la desviación típica; y por