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Procedimiento para la realización de resonancia magnética cerebral en recién nacidos desde el servicio de neonatos

dificulta la sedación. La toma será aproximadamente dos horas antes de la exploración.

Si la situación clínica del paciente lo permite se sustituirá el catéter epicutáneo silástico por una vía periférica. Si no es posible se retirará la pieza metálica del catéter antes de salir de la unidad. Se retirarán también los catéteres de localización epicraneal para evitar artefactos.

Se le administra hidrato de cloral en suspensión en el momento en que se vaya a abandonar la unidad de Neonatología hacia la sala de resonancia magnética (RM), unos 15-20 minutos antes de la prueba). Dosis: 25-75 mg/Kg (dosis inicial generalmente a 75 mg/Kg). Si hace falta se puede administrar otra dosis de 25-50 mg/Kg, si no están adecuadamente sedados en el momento de efectuar la resonancia magnética.

Se administrara a través de la sonda nasogástrica colocada y previa aspiración del contenido del estómago para evitar vómitos y mejorar la absorción del producto.

2.- Personal

La enfermera responsable del neonato es la que administra la sedación y realiza el control clínico del paciente durante la exploración.

3.- Transporte a la sala de resonancia magnética

El recién nacido se trasladará independientemente de su peso, edad y patología en incubadora de transporte provista de ventilación asistida y monitorización continua de la frecuencia cardiaca y saturación de oxígeno mediante pulsioximetría con sensor neonatal específico. La enfermera de la unidad neonatal que atiende al paciente preparará la medicación necesaria y acompañará al paciente a la exploración junto al facultativo pediátrico de la unidad neonatal y un celador.

Se debe de garantizar las condiciones apropiadas de temperatura y vigilar que no se produzcan descanulización intravenosa o movimientos bruscos y traumáticos.

4.- Material que acompaña al neonato hasta la sala de resonancia magnética (RM)

– Pulsioxímetro

– Laringoscopio con pala y tubos endotraqueales adecuados en función del peso del recién nacido

– Ambú neonatal, sonda de aspiración,

– Adrenalina 1/10000

– Midazolam (previamente cargado, 0,1 mg/kg)

– Hidrato de cloral

– Sacarosa.

5.-Procedimiento en la sala de resonancia magnética (RM)

La absorción de la energía de radiofrecuencia genera un calentamiento de los tejidos, que debe ser monitorizado, y que puede, igualmente, ocasionar quemaduras si se permite que cables o elementos conductores entren en contacto con los recién nacidos. Por lo que antes de entrar en la sala de resonancia se retirarán todos los objetos metálicos que pueda llevar el paciente así como el personal que lo acompañe.

Aunque los estudios disponibles demuestran que la exposición a un fuerte campo magnético no compromete la estabilidad fisiológica de los neonatos, durante los exámenes se han documentado cambios en signos vitales, como taquicardia, bradicardia y desaturación de oxígeno, lo mismo que fluctuaciones importantes en el pulso y la presión sanguínea, lo cual exige una supervisión continua con dispositivos que funcionen adecuadamente durante la realización de los escáneres, que no impongan riesgos a los niños ni al personal médico y que no distorsionen la calidad de las imágenes.

Si la sedación no es la adecuada se administrará una segunda dosis de hidrato de cloral a dosis de 25-50 mg/kg. Si pasados 15-20 minutos no se logra la adecuada sedación se administrará bajo control de constantes vitales una dosis de midazolam de 0,1 mg/kg. Si a pesar de ello no fuera posible lograr la sedación la prueba sería suspendida para su realización bajo anestesia general en otra fecha.

Debido a la menor temperatura de la sala de resonancia magnética es conveniente para mejorar el confort del neonato colocar arrullos o mantas para minimizar la pérdida de calor.

Para evitar el estrés por ruido se colocarán tapones (habitualmente los de adulto cortados en dos o tres partes).

Conclusiones

La existencia y aplicación de un protocolo de cuidados tiene beneficios tanto para el paciente como para el profesional que lo aplica. Por un lado aumenta la satisfacción en l@s enfermer@s por la seguridad que proporciona la aplicación de un protocolo y por otro, favorece la continuidad de cuidados en los pacientes. Además al reducir la variabilidad práctica se mejora la calidad de los cuidados y disminuye la incidencia de complicaciones.

Bibliografía

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https://www.sedar.es/images/stories/documentos/fondosredar/volumen56/n4/origbre.pdf (12/10/2014)

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http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4556068 (21/09/2014 horas)