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Revisión bibliográfica. Lesiones deportivas del ligamento cruzado anterior. Abordaje terapéutico en el ámbito fisioterápico

  • Articulación de la rodilla: posición abierta y cerrada.

Palpación: En las horas siguientes, alrededor del 70% de los afectados desarrolla un hemartros severo, por lo que durante la exploración, es frecuente encontrar una pérdida de los contornos normales de la articulación y una inflamación importante.

  • Ósea
  • Articular
  • Muscular

Rango de movilidad Articular:

  • Activa.
  • Pasiva

Test específicos: con los que valoramos la inestabilidad articular:

  • La maniobra de Lachmn es la prueba más específica para la lesión del ligamento cruzado anterior, se realiza con la rodilla en unos 20 grados de flexión sosteniendo con una mano el fémur fijo y con la otra la tibia proximal a la que se realizará un desplazamiento anterior.
  • Cajón anterior: Se realiza con la rodilla a 90 grados de flexión y el pie del paciente sobre la mesa del examen. Los dedos pulgares del examinador deben estar palpando la interlínea articular, ejercerá una fuerza perpendicular a la tibia, que se desplazará hacia anterior si hay una lesión del ligamento cruzado anterior (LCA). Sin embargo no es muy sensible ya que otras estructuras como los meniscos pueden evitar este desplazamiento. Además, hay que tener cuidado de no interpretar un cajón como anterior ante una lesión del cruzado posterior en la cual la tibia se desplaza anteriormente desde una posición posterior extrema.
  • La maniobra del pivote: se realiza una flexo-extensión de la rodilla aplicando a la vez una fuerza en valgo y en rotación interna, observando en los pacientes lesionados del ligamento cruzado anterior (LCA) una subluxación en extensión.

–               Métodos de diagnóstico por imagen: principalmente la resonancia magnética (RM), nos ayuda a confirmar el diagnóstico.

El éxito en el tratamiento y la vuelta a la actividad deportiva en las mejores condiciones posibles, puede depender en gran medida del tratamiento que debe comenzar inmediatamente tras la lesión. La incorporación total al deporte se consigue en la mayoría de los casos en un plazo medio de seis meses.

La decisión sobre el tratamiento, quirúrgico o conservador, dependerá de diferentes variables. Son fundamentales el grado de inestabilidad y limitación funcional de la rodilla, contrastados con los objetivos futuros en la actividad física. Fu y Schulte recomendaron las siguientes indicaciones de tratamiento quirúrgico:

–                      Atleta activo que desea continuar en alto nivel competitivo.

–                      Pacientes que presentan lesión de menisco reparable acompañada de lesión de ligamento cruzado anterior (LCA).

–                      Lesión completa con otro ligamento lesionado.

–                      Pacientes que experimente gran inestabilidad en actividades de la vida cotidiana.

TRATAMIENTO

Conservador:

Objetivos: eliminar la inestabilidad, restaurar la movilidad, recuperar la fuerza y alcanzar e incluso mejorar las capacidades físicas previas a la lesión.

Fases:

–               Etapa inicial: en las que los objetivos son, minimizar la inflamación, evitar el dolor, conservar o aumentar el arco de movilidad y mantener la fuerza muscular. Utilizaremos la crioterapia con fines analgésicos y antiinflamatorios, administrándola durante 20min cada 3-4h. La crioterapia provoca vasoconstricción local con lo que se disminuye el flujo sanguíneo en la zona, lo que repercute sobre el edema y la hemorragia, además de actuar sobre el enlentecimiento de la velocidad de la conducción nerviosa y la reducción del espasmo muscular, lo cual nos aporta cierto grado de analgesia.

La elevación de la superficie lesionada, el reposo, la administración de antiinflamatorios no esteroideos (AINES) y la aplicación de TENS completarán las actuaciones en esta fase.

–               Superada la inflamación y el dolor, entorno a las 2-3 semanas se inicia un programa para lograr un arco de movimiento completo a través de ejercicios activos y pasivos progresivos, tras el cual se iniciará un programa más intensivo para mejorar la resistencia muscular. Se deben evitar los ejercicios que causen traslación tibial anterior, como los de cadena abierta del cuádriceps.

Se inician los ejercicios isométricos de cadena cerrada para el cuádriceps y los flexores de rodilla, tales como agacharse, utilizar escaleras o peldaños, intentar sentarse presionando un balón entre los muslos, bicicleta; todos estos ejercicios minimizan la traslación tibial anterior y las cargas patelofemorales.

Se deben fortalecer, y no hay restricción para ello, los músculos flexores de la rodilla, porque son un grupo estabilizador dinámico que evita el desplazamiento tibial anterior, así como los músculos de la cadera y la pierna (tríceps sural).

Se deben realizar ejercicios de resistencia tales como nadar y el trote.

–               Una vez que la fuerza y la resistencia han alcanzado al menos el 70% de las del lado sano, se empiezan las técnicas de facilitación neuromuscular propioceptiva; las actividades progresan de velocidad lenta, fuerza baja y movimientos controlados a movimientos súbitos no controlados, de fuerza y velocidad altas. Los pacientes progresan luego a movimientos de parar y arrancar, movimientos cortantes, saltos, esquivar o driblar y giros. Si se desarrollan síntomas de inestabilidad, el paciente debe evitar esas actividades.

Hay controversia sobre la utilidad de las ortesis funcionales de rodilla. Los estudios científicos demuestran que dan poca estabilidad mecánica a la articulación pero muchos pacientes las solicitan, porque parecen mejorar la confianza y aumentar ‘el sentir estable’ la rodilla, lo cual ayuda a protegerla de una nueva lesión.

Suele aconsejarse cuando hay dolor e inflamación con actividades normales, si la medición del desplazamiento anterior de la tibia supera los 5 mm, o cuando existe debilidad muscular objetiva (déficit mayor del 30% para el cuádriceps o mayor de 20% en los isquiotibiales).

El componente final es determinar las actividades que causan inestabilidad, dolor y edema, y modificar en consecuencia el estilo de vida. Dos tercios de los pacientes con ruptura completa del ligamento cruzado anterior (LCA) tratados conservadoramente quedan con inestabilidad crónica de la rodilla y daño secundario de los meniscos o del cartílago articular.

Quirúrgico:

La cirugía se lleva a cabo