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Terapia robotizada en la rehabilitación post-ictus: Avances, evidencia clínica y perspectivas futuras

Terapia robotizada en la rehabilitación post-ictus: Avances, evidencia clínica y perspectivas futuras

Autora principal: Dra. Katerine Agüero Garita

Vol. XX; nº 08; 402

Robotic therapy in post-stroke rehabilitation: Advances, clinical evidence, and future prospects

Fecha de recepción: 31 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 22 de abril de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 08 Segunda quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 08; 402

 

Autores:

 

Dra. Katerine Agüero Garita

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 0009-0007-8635-0384

Código Médico 17093

 

Dra. Daniela Zúñiga Salazar

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 009-0008-0582-6350

Código Médico 17555

 

Dra. Valerie Campos Alfaro 

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 0000-0002-6512-8174

Código Médico 17574

 

Dra. Melissa Marcela Araya Obando

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 0009-0001-5437-5903

Código Médico 17098

 

Dra. Kembly Mc Lean Johnson

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 009-002-7384-4661

Código Médico 17437

 

Dra. Ana María Alfaro Villalobos

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Orcid: 0009-0007-8561-6048

Código Médico 17680

 

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Palabras clave: Neuroplasticidad, exoesqueletos, electromiografía, retroalimentación sensorial, control motor, motivación del paciente.

 

Key words: Neuroplasticity, exoskeletons, electromyography, sensory feedback, motor control, patient motivation.

 

Resumen:

 

La rehabilitación post-ictus representa un pilar fundamental en la recuperación funcional de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, ya sea isquémico o hemorrágico. Ambos tipos de evento generan daños neurológicos significativos que comprometen la movilidad, la coordinación y las funciones cognitivas. A pesar de estas secuelas, el sistema nervioso central conserva una capacidad inherente de reorganización llamada neuroplasticidad, que permite la recuperación de funciones a través del establecimiento de nuevas conexiones neuronales. En este contexto, la terapia robotizada ha surgido como una herramienta innovadora que complementa las estrategias convencionales de rehabilitación mediante el uso de tecnología avanzada para promover la recuperación motora.

 

Los dispositivos robóticos, tanto para las extremidades superiores como inferiores, facilitan ejercicios intensivos, repetitivos y adaptativos, elementos esenciales para estimular la plasticidad cerebral. Estos sistemas ofrecen además retroalimentación sensorial y visual en tiempo real, seguimiento objetivo del progreso y disminuyen la carga física sobre los profesionales clínicos. La evidencia científica respalda su eficacia, particularmente en la fase subaguda de recuperación, donde los pacientes con discapacidades moderadas obtienen los mayores beneficios. Escalas como la Evaluación Fugl-Meyer o la Prueba de Función Motora de Wolf han demostrado mejoras en fuerza, coordinación e independencia.

 

Sin embargo, persisten barreras significativas, como los altos costos, la necesidad de formación especializada del personal y los desafíos de adaptación por parte de los pacientes. Asimismo, las inequidades en el acceso limitan su alcance en poblaciones vulnerables. Por tanto, la terapia robotizada representa una opción prometedora, pero su implementación efectiva requiere abordar estos retos desde una perspectiva integral, clínica y ética.

 

Abstract:

 

Post-stroke rehabilitation represents a fundamental pillar in the functional recovery of patients who have suffered a cerebrovascular accident, whether ischemic or hemorrhagic. Both types of events cause significant neurological damage that compromises mobility, coordination, and cognitive functions. Despite these sequelae, the central nervous system retains an inherent capacity for reorganization called neuroplasticity, which allows for functional recovery through the establishment of new neural connections. In this context, robotic therapy has emerged as an innovative tool that complements conventional rehabilitation strategies by using advanced technology to promote motor recovery.

 

Robotic devices, for both upper and lower extremities, facilitate intensive, repetitive, and adaptive exercises, essential elements for stimulating brain plasticity. These systems also offer real-time sensory and visual feedback, objective progress monitoring, and reduce the physical burden on clinicians. Scientific evidence supports their effectiveness, particularly in the subacute phase of recovery, where patients with moderate disabilities obtain the greatest benefits. Scales such as the Fugl-Meyer Assessment and the Wolf Motor Function Test have demonstrated improvements in strength, coordination, and independence.

 

However, significant barriers remain, such as high costs, the need for specialized staff training, and adaptation challenges for patients. Furthermore, inequities in access limit its reach in vulnerable populations. Therefore, robotic therapy represents a promising option, but its effective implementation requires addressing these challenges from a comprehensive, clinical, and ethical perspective.

 

Introducción:

 

Los accidentes cerebrovasculares constituyen una de las principales causas de discapacidad a largo plazo a nivel mundial. Estas afecciones neurológicas provocan secuelas significativas, tanto motoras como cognitivas, que impactan profundamente en la funcionalidad y autonomía de las personas afectadas. La pérdida de movilidad, las alteraciones del equilibrio, las dificultades en la coordinación y los déficits en la comunicación o en la atención son algunas de las consecuencias más frecuentes que limitan la capacidad de los pacientes para realizar actividades de la vida diaria, afectando directamente su calidad de vida (1; 2). En un contexto demográfico marcado por el envejecimiento de la población, la alta prevalencia de los accidentes cerebrovasculares y sus efectos discapacitantes representan un desafío creciente para los sistemas de salud (3).

 

Frente a este escenario, la rehabilitación post-ictus se posiciona como un componente esencial del abordaje terapéutico integral. Su objetivo es favorecer la recuperación neurológica, potenciar la neuroplasticidad y reducir las secuelas funcionales mediante estrategias que promuevan la repetición y el reaprendizaje de tareas motoras y cognitivas. Las terapias convencionales, como la fisioterapia, la terapia ocupacional y la terapia del lenguaje, han demostrado ser efectivas para mejorar el rendimiento funcional de los pacientes, especialmente cuando se inician de forma temprana y se sostienen en el tiempo (1; 2).

 

En los últimos años, la incorporación de la tecnología robótica a los programas de rehabilitación ha abierto nuevas posibilidades terapéuticas. La terapia robotizada ha emergido como un complemento innovador y eficaz, aportando beneficios tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud. Esta tecnología permite ofrecer sesiones más intensivas, repetitivas y precisas, lo que facilita una estimulación constante del sistema nervioso central y puede traducirse en mejores resultados clínicos. Además, al reducir la carga física sobre los terapeutas, permite optimizar los recursos humanos disponibles y ampliar el acceso a terapias personalizadas (1; 2).

 

Diversos estudios han demostrado que la rehabilitación asistida por robot puede mejorar significativamente la función motora, especialmente en las extremidades superiores, y contribuir al entrenamiento cognitivo de los pacientes post-ictus (4). Dispositivos como los robots exoesqueléticos y los sistemas de efectores terminales han mostrado ser particularmente útiles para restaurar la capacidad ambulatoria, facilitar la marcha y mejorar la eficiencia energética durante la locomoción. Estas herramientas ofrecen no solo una asistencia mecánica precisa, sino también retroalimentación sensorial y visual en tiempo real, lo que promueve el aprendizaje motor y la motivación del paciente (5).

 

El presente artículo tiene como objetivo revisar de manera crítica y actualizada la evidencia científica disponible sobre el uso de la terapia robotizada en la rehabilitación de pacientes post-ictus. Se busca analizar sus fundamentos fisiológicos, aplicaciones clínicas, beneficios terapéuticos y limitaciones prácticas, comparándola con las estrategias convencionales de rehabilitación. Además, se pretende explorar las indicaciones más comunes, los dispositivos utilizados y las perspectivas futuras de esta tecnología, con el fin de ofrecer un marco comprensivo que oriente a los profesionales de la salud en la toma de decisiones clínicas e impulse el desarrollo de programas de rehabilitación más eficaces, personalizados e integrales.

 

Metodología:

 

Para el desarrollo de esta investigación sobre el uso de la terapia robotizada en la rehabilitación post-ictus, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el propósito de analizar la evidencia científica disponible en torno a su eficacia clínica, aplicaciones terapéuticas, beneficios funcionales, limitaciones actuales y perspectivas futuras. Esta revisión incluyó aspectos clave como los fundamentos fisiopatológicos del accidente cerebrovascular, los principios de la neurorehabilitación robótica, los tipos de dispositivos utilizados y los criterios clínicos para su indicación.

 

Con el fin de garantizar la calidad y la relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas como PubMed, Scopus y Web of Science, seleccionadas por su prestigio y cobertura en áreas de medicina física, neurociencias, ingeniería biomédica y rehabilitación. Se aplicaron rigurosos criterios de inclusión y exclusión: se consideraron únicamente estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que evaluaran intervenciones con tecnología robótica en pacientes con secuelas post-ictus, incluyendo ensayos clínicos, revisiones sistemáticas, estudios observacionales y guías clínicas. Se excluyeron artículos con datos incompletos, duplicados o sin revisión por pares. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Neuroplasticidad, exoesqueletos, electromiografía, retroalimentación sensorial, control motor, motivación del paciente.

 

La búsqueda inicial permitió identificar 22 fuentes relevantes, entre las cuales se seleccionaron trabajos que abordaran la efectividad de la terapia robotizada, su comparación con tratamientos convencionales, y su impacto en la recuperación funcional del paciente. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis cualitativo y comparativo, que permitió organizar los hallazgos en categorías temáticas como los tipos de robótica empleada, el grado de mejoría funcional observada, las limitaciones prácticas del uso clínico y las oportunidades de innovación tecnológica.

 

Este enfoque metodológico ofrece una visión integral y estructurada del estado actual de la terapia robotizada en el contexto de la rehabilitación post-ictus, destacando tanto sus avances como las áreas en las que aún se requieren investigaciones más profundas para consolidar su aplicación como herramienta terapéutica de uso rutinario en medicina física y rehabilitación.

 

Fundamentos fisiopatológicos del ictus:

 

Los accidentes cerebrovasculares representan una de las principales causas de discapacidad neurológica a nivel mundial, con un impacto significativo sobre la función motora y cognitiva de los pacientes afectados. Existen dos tipos principales de accidente cerebrovascular: el isquémico y el hemorrágico, ambos con mecanismos fisiopatológicos distintos pero igualmente devastadores para la integridad neuromuscular. El accidente cerebrovascular isquémico es el más frecuente y ocurre como consecuencia de la obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral, lo que impide el flujo adecuado de oxígeno y nutrientes hacia el tejido cerebral. Esta interrupción provoca muerte neuronal localizada y afecta predominantemente las funciones motoras y cognitivas, dependiendo de la zona del cerebro comprometida. Por su parte, el accidente cerebrovascular hemorrágico se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe dentro del parénquima cerebral, provocando una hemorragia que eleva la presión intracraneal y daña el tejido circundante. Este tipo de evento suele asociarse a déficits motores severos y a una evolución clínica más compleja (6).

 

A pesar de la gravedad del daño neurológico, el sistema nervioso posee una notable capacidad de recuperación a través de un proceso conocido como neuroplasticidad. Esta propiedad permite al cerebro reorganizar sus redes neuronales, estableciendo nuevas conexiones para compensar las funciones perdidas o afectadas por la lesión. La neuroplasticidad es, por tanto, un pilar fundamental en la recuperación funcional tras un ictus (6;7 ). Dentro de este marco, las terapias basadas en la actividad, conocidas como ABT por sus siglas en inglés (activity-based therapies), se han consolidado como estrategias esenciales. Estas terapias se centran en la práctica intensiva y repetitiva de movimientos funcionales, lo que estimula la plasticidad neuronal dependiente de la experiencia y promueve mejoras significativas en la recuperación motora (8).

 

La potencialización de la neuroplasticidad puede lograrse también mediante intervenciones tecnológicas y neuromoduladoras. Entre ellas, la estimulación transcraneal con corriente continua ha demostrado ser una herramienta prometedora. Este procedimiento no invasivo modula la excitabilidad cortical, incrementando la expresión del factor neurotrófico derivado del cerebro y la densidad de las espinas dendríticas, lo que en conjunto favorece un entorno cerebral propicio para la recuperación motora más acelerada, como se ha evidenciado en modelos experimentales de ictus (9).

 

A su vez, el ejercicio y el movimiento asistido por tecnologías robóticas emergen como aliados fundamentales en el fomento de la neuroplasticidad. Estos dispositivos permiten una rehabilitación precisa, repetitiva y controlada, facilitando la activación de circuitos motores comprometidos y promoviendo la reconexión interhemisférica, clave en la recuperación motora y cognitiva. La rehabilitación robótica, al ofrecer un entorno estructurado y adaptativo, no solo refuerza la función sináptica, sino que también amplifica los beneficios funcionales de la terapia convencional al estimular la reorganización del sistema nervioso central (7).

 

Concepto y tipos de terapia robotizada:

 

La rehabilitación robótica ha evolucionado significativamente, incorporando diversas tecnologías para atender tanto la recuperación de las extremidades superiores como la de las extremidades inferiores en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular. En el caso de las extremidades superiores, los robots de rehabilitación como los exoesqueletos y los dispositivos conocidos como efectores terminales, han demostrado ser especialmente eficaces para restaurar la funcionalidad de brazos y manos. Estos dispositivos están diseñados para facilitar movimientos repetitivos y precisos, lo que estimula la plasticidad neuronal y favorece la recuperación motora en la fase post-ictus (10; 11).

 

Por otro lado, los robots destinados a la rehabilitación de las extremidades inferiores se enfocan principalmente en el entrenamiento de la marcha y en la mejora del equilibrio. Aunque menos discutidos en ciertos estudios, estos sistemas desempeñan un papel clave en la recuperación funcional de pacientes con discapacidades en las piernas, utilizando plataformas que simulan patrones de marcha para reentrenar el sistema locomotor. La arquitectura de estos robots es similar a la de los dispositivos para miembros superiores, en tanto permiten un trabajo estructurado y progresivo adaptado al estado funcional del paciente (10; 11).

 

Los robots de rehabilitación se pueden clasificar en dos grandes grupos según su estructura: dispositivos exoesqueléticos y dispositivos estacionarios. Los exoesqueletos, como los modelos AGREE y CURER, son estructuras portátiles que se ajustan directamente sobre el cuerpo del paciente, proporcionando soporte dinámico a las extremidades. Gracias a su diseño ergonómico y adaptativo, permiten un rango de movimiento más natural, facilitando la integración del entrenamiento a las actividades funcionales diarias (12). En contraste, los dispositivos estacionarios o efectores terminales están fijados a una estructura inmóvil y guían a la extremidad a través de trayectorias programadas. Estos suelen utilizarse en clínicas o centros de rehabilitación, donde el control preciso y repetitivo de los movimientos es una prioridad terapéutica (10).

 

Además de su estructura, los dispositivos robóticos también se clasifican por el tipo de asistencia que proporcionan. La asistencia activa implica que el robot genere fuerza para asistir al movimiento, siendo útil en pacientes con un control voluntario muy limitado o ausente. En estos casos, el dispositivo se convierte en un medio para activar los patrones motores incluso cuando el paciente no puede iniciarlos por sí mismo. Por otro lado, los dispositivos pasivos permiten al paciente moverse con su propia fuerza, y el robot actúa más bien como soporte y guía, ayudando a mantener el recorrido del movimiento sin intervenir activamente. Este tipo de asistencia es adecuado para quienes han recuperado parte de su movilidad y necesitan refinarla y consolidarla (13).

 

Finalmente, los sistemas híbridos integran ambos enfoques activo y pasivo, ajustando el nivel de asistencia según las capacidades del paciente y el progreso de la recuperación. Un ejemplo de ello es el exoesqueleto AGREE, que puede cambiar de modo dependiendo del nivel de resistencia o de participación voluntaria del paciente, haciendo de este tipo de dispositivo una herramienta versátil y personalizada en el proceso de rehabilitación (14).

 

Evidencia científica sobre eficacia clínica:

 

La eficacia clínica de la terapia robótica en la rehabilitación post-ictus ha sido ampliamente estudiada en los últimos años, con resultados prometedores que respaldan su integración en los programas terapéuticos. Un metaanálisis que incluyó 52 ensayos y un total de 2 774 pacientes demostró que la terapia asistida por robot (TAR) contribuyó significativamente a mejorar la calidad del movimiento, así como a reducir las alteraciones del equilibrio y el dolor en pacientes con accidente cerebrovascular. Estos hallazgos refuerzan la idea de que la tecnología robótica no solo es eficaz para promover la recuperación motora, sino que también tiene un impacto positivo en síntomas que afectan la funcionalidad y la calidad de vida (15).

 

Una revisión general de revisiones sistemáticas subrayó que los dispositivos robóticos, en particular aquellos dirigidos a las extremidades superiores, son eficaces para mejorar el control motor y facilitar la ejecución de actividades de la vida diaria en pacientes con ictus (16). Estos resultados son especialmente relevantes en el contexto clínico, dado que las extremidades superiores suelen quedar afectadas tras un evento cerebrovascular, y su recuperación funcional tiene una alta prioridad en los programas de rehabilitación. Asimismo, se ha evidenciado que las intervenciones robóticas basadas en electromiografía, que utilizan señales musculares del paciente para activar el movimiento asistido, superan en efectividad a las terapias convencionales en cuanto a la mejora del control motor, la reducción de la espasticidad y la recuperación de la funcionalidad de las extremidades superiores (17).

 

En cuanto a la comparación directa con las terapias tradicionales, un estudio multicéntrico demostró que los exoesqueletos robóticos subterráneos produjeron mejoras significativas en los resultados motores, en particular en aquellos pacientes con menor capacidad ambulatoria al inicio de la rehabilitación. Esto sugiere que la TAR puede ofrecer beneficios específicos para subgrupos de pacientes que, debido a su estado funcional más comprometido, podrían beneficiarse menos de la terapia convencional (18). Además, los robots basados en electromiografía combinados con estimulación eléctrica mostraron una mayor eficacia en la fase subaguda de recuperación, etapa en la que la intervención oportuna y precisa resulta esencial para optimizar la neuroplasticidad y la recuperación funcional (17).

 

Las áreas funcionales en las que la evidencia científica ha mostrado mayores beneficios incluyen, principalmente, la movilidad, la coordinación y la independencia. Se ha documentado que la TAR mejora la independencia en la marcha y aumenta la distancia recorrida por los pacientes, particularmente en aquellos con niveles iniciales de movilidad reducidos (18). Asimismo, en el ámbito de la coordinación y la fuerza, los dispositivos diseñados para las extremidades superiores han demostrado una eficacia considerable al incrementar la fuerza muscular y el control motor, aspectos fundamentales para la recuperación de la funcionalidad en las tareas diarias. En consecuencia, estas mejoras han favorecido una mayor autonomía en actividades básicas de la vida diaria, lo que refleja un impacto positivo directo sobre la calidad de vida de los pacientes (16).

 

Sin embargo, pese a estos avances, la evidencia disponible aún presenta limitaciones que deben ser consideradas. Muchos estudios se caracterizan por tamaños de muestra reducidos y por una heterogeneidad significativa en cuanto a metodologías, lo que dificulta la comparación directa entre intervenciones y limita la generalización de los resultados (16). Por tanto, se requiere la realización de ensayos controlados aleatorios de alta calidad, con poblaciones más amplias y criterios homogéneos, para validar los beneficios a largo plazo de la terapia robótica y establecer protocolos clínicos estandarizados que optimicen su implementación en diferentes fases de la recuperación post-ictus (17).

 

Indicaciones y criterios de uso clínico:

 

La eficacia de la terapia robótica en la rehabilitación post-ictus varía según la fase de recuperación en la que se implemente, mostrando resultados particularmente prometedores en etapas específicas del proceso. En la fase subaguda, que abarca desde unos días hasta varios meses después del accidente cerebrovascular, esta modalidad terapéutica ha demostrado ser especialmente eficaz. Los estudios indican que el uso de exoesqueletos robóticos durante esta etapa favorece mejoras significativas en la función de las extremidades superiores, especialmente en pacientes con deficiencias motoras moderadas (10; 20).

 

En la fase crónica, cuando ha transcurrido más tiempo desde el evento vascular cerebral y las oportunidades de recuperación espontánea disminuyen, la terapia robótica sigue ofreciendo beneficios, aunque las mejoras funcionales tienden a ser menos marcadas que en la fase subaguda. En esta etapa, los dispositivos de efector terminal han mostrado una mayor eficacia, lo que sugiere que la elección del tipo de dispositivo debe adaptarse a la cronología del proceso de rehabilitación (19). Por otro lado, la aplicación de la terapia robótica en la fase aguda, es decir, en los primeros días posteriores al ictus, ha sido menos explorada. Aunque se han observado beneficios preliminares, la evidencia aún no es tan sólida como la existente para las fases posteriores (21).

 

La selección del paciente también desempeña un papel fundamental en la eficacia de la terapia robótica. En términos de gravedad de la discapacidad, se ha observado que los pacientes con deficiencias moderadas a graves en las extremidades superiores tienden a beneficiarse más de este tipo de intervención. Una herramienta comúnmente empleada para valorar esta gravedad es la evaluación Fugl-Meyer, en la que una puntuación inferior a 30 sugiere una discapacidad severa y un perfil clínico adecuado para recibir rehabilitación robótica (22; 23). Además, la presencia de habilidades residuales, como cierto grado de movimiento voluntario en la extremidad afectada, se considera un criterio positivo, ya que estos movimientos pueden ser potenciados mediante ejercicios robóticos dirigidos (23).

 

La motivación del paciente representa otro factor esencial en el éxito del tratamiento. La terapia robótica requiere una participación activa y sostenida en tareas repetitivas y orientadas a objetivos. Por ello, altos niveles de compromiso y motivación han sido asociados con mejores resultados funcionales (24).

 

En cuanto a la evaluación de los resultados funcionales, existen diferentes escalas ampliamente utilizadas en estudios clínicos. La evaluación Fugl-Meyer continúa siendo la herramienta estándar para medir la función motora tras un accidente cerebrovascular y es una de las principales métricas para evaluar el impacto de la terapia robótica (19; 24). Por su parte, la prueba de función motora de Wolf  se enfoca en medir tanto el tiempo como la capacidad funcional en tareas realizadas con las extremidades superiores, permitiendo así una valoración más detallada del desempeño motor (20; 22). Finalmente, la prueba de actividad bimanual ha sido específicamente diseñada para evaluar la funcionalidad de los miembros superiores en el contexto de terapias robóticas. Esta escala cuantifica el tiempo de ejecución de tareas bimanuales y permite detectar mejoras funcionales relevantes en escenarios clínicos controlados (24).

 

Beneficios y ventajas terapéuticas:

 

La terapia robótica en la rehabilitación post-ictus ha demostrado ofrecer múltiples ventajas que la convierten en una herramienta valiosa dentro de los programas de recuperación funcional. Una de sus principales fortalezas radica en la capacidad para facilitar ejercicios de alta intensidad y repetición, dos elementos esenciales para estimular la corteza cerebral y promover la neuroplasticidad. Al permitir que los pacientes realicen movimientos repetitivos durante sesiones prolongadas, la terapia asistida por robot potencia la reorganización neuronal y acelera el proceso de recuperación motora, particularmente en pacientes con deficiencias funcionales severas (25). Esta intensidad, difícil de alcanzar con intervenciones convencionales, ha sido respaldada por diversos metanálisis que evidencian mejoras significativas en la calidad del movimiento, así como una reducción en las alteraciones del equilibrio y el dolor, confirmando la eficacia de la terapia robótica en contextos de rehabilitación intensiva (15).

 

Otro de los beneficios clave de la rehabilitación robótica es la retroalimentación sensorial y visual en tiempo real. Los dispositivos están diseñados para ofrecer información inmediata sobre la ejecución del movimiento, lo cual permite a los pacientes ajustar sus patrones motores conforme reciben dicha retroalimentación. Este mecanismo no solo favorece el control motor, sino que también optimiza el aprendizaje de nuevas habilidades, haciendo que la rehabilitación sea más eficiente y personalizada (16).

 

Además, la capacidad de registrar de manera objetiva el progreso representa un componente diferenciador de esta modalidad terapéutica. Los robots recopilan datos precisos sobre el rendimiento del paciente durante cada sesión, lo que facilita el monitoreo detallado de su evolución. Esta información puede ser utilizada por los profesionales de la salud para ajustar los programas de rehabilitación a las necesidades específicas de cada individuo, asegurando una intervención más dirigida y efectiva (Aguirre-Ollinger et al., 2024).

 

Finalmente, la implementación de la terapia robótica también conlleva beneficios organizacionales dentro del entorno clínico, particularmente en relación con la carga física que recae sobre los terapeutas. Al automatizar tareas repetitivas, estos dispositivos liberan al personal especializado para que pueda concentrarse en aspectos más complejos del tratamiento, como la evaluación clínica, el diseño de estrategias terapéuticas y la atención de pacientes con condiciones más críticas. Esta optimización del recurso humano permite no solo una mejor atención individualizada, sino también una mayor capacidad para atender a múltiples pacientes de forma simultánea, mejorando la eficiencia general del servicio de rehabilitación (15).

 

Limitaciones, retos y barreras actuales:

 

A pesar de los beneficios clínicos demostrados, la terapia robótica en rehabilitación post-ictus enfrenta importantes desafíos que limitan su implementación generalizada en los sistemas de salud. Uno de los principales obstáculos es el costo elevado de los sistemas robóticos, que puede restringir su disponibilidad, especialmente en instituciones con recursos limitados o en regiones donde la inversión en tecnología médica avanzada aún es incipiente. La adquisición, mantenimiento y actualización de estos dispositivos representa una inversión significativa, lo que impide que muchos centros de rehabilitación puedan incorporarlos en su práctica cotidiana (15). Además, la integración de tecnologías complementarias, como la estimulación cerebral no invasiva, aunque prometedora, puede incrementar aún más los costos operativos y técnicos, dificultando su adopción generalizada (25).

 

Otro aspecto crítico es la preparación del personal clínico. La terapia robótica requiere conocimientos técnicos específicos y habilidades que no forman parte del entrenamiento convencional de fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales. La complejidad de los sistemas, junto con la necesidad de interpretar datos y ajustar parámetros de tratamiento, implica una curva de aprendizaje pronunciada. Esta necesidad de formación especializada puede ralentizar la implementación efectiva de la terapia y reducir su aprovechamiento óptimo en los programas de rehabilitación (27).

 

Desde la perspectiva del paciente, también se presentan desafíos relevantes. La adaptación a la tecnología robótica no siempre es inmediata ni intuitiva. Algunos pacientes, especialmente los adultos mayores o aquellos con deterioro cognitivo, pueden sentirse intimidados por la apariencia y el funcionamiento de los dispositivos, lo que repercute negativamente en su participación y adherencia al tratamiento (15). Para que la terapia robótica sea eficaz, es fundamental que los dispositivos se adapten de forma personalizada a las capacidades, limitaciones y preferencias del paciente, promoviendo así una experiencia más accesible, motivadora y efectiva (27).

 

Por último, emergen importantes consideraciones éticas relacionadas con la equidad en el acceso a estas terapias innovadoras. Las diferencias en el acceso, derivadas de barreras económicas, geográficas o institucionales, pueden amplificar las desigualdades existentes en los sistemas de salud. Mientras que algunos pacientes tienen acceso a programas de vanguardia en centros especializados, otros pueden quedar excluidos de estos avances por su situación socioeconómica o por vivir en zonas rurales o marginadas (28).

 

Conclusiones:

 

La terapia robotizada representa una herramienta eficaz y complementaria en la rehabilitación post-ictus, especialmente en la fase subaguda. Su capacidad para facilitar ejercicios intensivos, repetitivos y controlados favorece la neuroplasticidad y acelera la recuperación motora y funcional, particularmente en pacientes con deficiencias moderadas a graves en las extremidades superiores e inferiores. La evidencia actual respalda su aplicación clínica, mostrando mejoras en movilidad, fuerza, coordinación e independencia funcional.

 

Los beneficios de la terapia robótica se extienden más allá del ámbito físico. La retroalimentación sensorial en tiempo real, el registro objetivo del progreso y la adaptabilidad a las necesidades individuales del paciente permiten personalizar las intervenciones y aumentar la adherencia terapéutica. Además, al reducir la carga física del personal clínico, esta tecnología contribuye a una atención más eficiente y a una mejor organización de los recursos en los servicios de rehabilitación.

 

Sin embargo, persisten desafíos importantes que dificultan su adopción generalizada. El alto costo de adquisición y mantenimiento de los dispositivos, la necesidad de formación especializada del personal y las barreras de acceso para pacientes en entornos vulnerables limitan su implementación. Superar estos obstáculos requerirá inversiones en infraestructura, capacitación profesional y políticas de salud equitativas que garanticen un acceso justo a esta tecnología innovadora.

 

Referencias:

 

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