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Tratamiento del cáncer de pulmón. La cirugía, sus complicaciones y otros recursos terapéuticos

con la presencia de cuerpos extraños, con el nivel de asepsia y con el acúmulo de líquido pleural o de sangre. Los signos clínicos que la ponen de manifiesto incluyen enrojecimiento en la zona, tumefacción y exudados y su tratamiento consistirá en la limpieza, desbridamiento y antibioterapia tras cultivo.

  • Hemotórax.

Es una complicación poco frecuente y de aparición relativamente precoz (20), oscilando su incidencia entre el 1% y el 4% (21). Su aparición influye de forma muy importante en la mortalidad postoperatoria, por lo que la monitorización del sangrado a través de los tubos de drenaje se convierte en una prioridad en el postoperatorio inmediato, que puede incluir un control de drenajes cada 15 minutos durante las primeras cuatro horas.

No existen unos criterios fijos de reintervención tras un hemotórax, debido a los numerosos factores individuales que influyen sobre cada caso pero, en general, la aparición de un drenaje hemático superior a 150 ml/h en un paciente con pruebas de coagulación normales, puede considerarse excesivo y apuntará a la reintervención, del mismo modo que un drenaje masivo, con sospecha de rotura de algún vaso pulmonar, será considerado como indicación inmediata.

  • Drenaje persistente.

Entre sus causas se encuentran la infección y la presencia de una fistula pleural. En términos generales, se considerará la retirada del tubo de drenaje cuando éste sea inferior a 100-200 ml en 24 horas.

  • Fuga aérea persistente y fístula broncopleural.

La frecuencia de aparición de una fuga aérea prolongada oscila entre el 4% y el 16% (21-23). El 80% de las cámaras pleurales residuales son asintomáticas y no requieren tratamiento, un 10% requerirán drenaje para obliterar la cavidad y sólo el 2% necesitarán una reintervención. La clínica inicial aparece en las dos primeras semanas tras la intervención, con fiebre, tos productiva o serohemática acompañada de dolor, disnea y aumento de enfisema subcutáneo. Un factor decisivo para su presentación es la necesidad de mantener o aplicar ventilación mecánica tras la cirugía, aunque también influyen la edad, el estado nutricional, la presencia de enfermedades intercurrentes (diabetes, infección) o los tratamientos oncológicos neoadyuvantes. Aunque el procedimiento básico diagnóstico es la broncoscopia, la radiografía de tórax puede mostrar un aumento del nivel hidroaéreo, con desviación mediastínica contralateral. El tratamiento incluye el drenaje adecuado de la cavidad pleural, el cierre de la fístula y la obliteración del espacio pleural residual.

Aparece en un porcentaje que oscila entre el 3,2% y el 6% de los casos (18, 19) y su sospecha, ante la aparición de fiebre y leucocitosis, justifica la toracocentesis inmediata, con cultivo y antibiograma. Si se confirma la presencia de pus en la cavidad pleural o el cultivo es positivo, el tratamiento incluirá la colocación de un drenaje endopleural, que permitirá la salida del material y la re-expansión pulmonar.

  • Quilotórax.

Aparece con más frecuencia tras neumonectomía y a pesar de no representar una complicación muy frecuente (su incidencia oscila entre el 0,5% y el 2%) (24), su importancia radica en las importantes consecuencias que puede ocasionar (alteraciones hidroelectrolíticas graves, hipoproteinemia, deficiencia inmunitaria y problemas respiratorios por compresión pulmonar) y la elevada mortalidad, de hasta el 50%, que puede aparecer sin tratamiento, que debe ser conservador. La duración de éste alcanza 1 o 2 semanas, después de las cuales la cirugía sigue indicándose como procedimiento de elección, independientemente de la vía y forma de abordaje (25).

  • Complicaciones de la neumonectomía.

Aparece entre el 3 y el 5% de los pacientes y presenta una alta mortalidad, del 80 al 100% de los casos. Tras la resección de todo el pulmón, la dinámica torácica se ve alterada, principalmente por la posición del mediastino y su organización posterior. Estos cambios afectan a los grandes vasos que pasan a su través, sobre todo los venosos (vena cava superior), pudiendo aparecer fenómenos de disminución del retorno venoso y bajo gasto cardíaco si estos se acodan, por lo que es especialmente importante ajustar al máximo el balance hídrico, ya que un solo pulmón ha de hacerse cargo súbitamente de todo el gasto cardíaco. Por ello, las posibilidades de edema agudo de pulmón postneumonectomía, sobre todo derecha, son mayores. Además, debemos vigilar las fístulas del muñón bronquial, detectables por el aumento de aire en la cavidad torácica o enfisema subcutáneo, por su gravedad y alta mortalidad.

Complicaciones respiratorias:

 La aparición conjunta de cambios funcionales tras la cirugía respiratoria, como el incremento del trabajo respiratorio, el descenso de la distensibilidad, la disminución del surfactante, el dolor, la ineficacia de la tos y/o la hipoventilación, contribuyen a la aparición de complicaciones respiratorias. Las más importantes son:

  • Neumonía.

Su aparición oscila entre el 5,3% (15) y el 22% (26) y se considera uno de los factores más importantes de morbilidad y mortalidad postquirúrgica. La gran diferencia en su incidencia podría guardar relación con la tos no productiva en caso de lesión de las ramas vagales durante la linfadenectomía (27).

  • Fallo respiratorio.

La necesidad de ventilación mecánica podría ser el origen de una neumonía (28) y/o