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Tratamiento quirúrgico de la estenosis lumbar degenerativa en octogenarios.

afectados y que requieren intervención, es otro importante factor predictivo del desenlace del tratamiento quirúrgico. A esto se suma, el incremento del tiempo quirúrgico con la consiguiente pérdida de sangre y mayor agresión anestésica (23-27).

La degeneración del disco intervertebral es un proceso patológico, que aunque pudiera ser no necesariamente progresivo, tiene una secuencia y por ello la aparición de manifestaciones clínicas consecutivas a ese proceso, se manifiesta de manera secuencial (27). Los estadíos iniciales se caracterizan por dolor en la región lumbar, lo que está en concordancia con los cambios celulares, bioquímicos y biomecánicos en el interior del espacio limitado por el anillo fibroso, donde se altera la naturaleza isotrópica por disminución de proteoglicanos y la trasmisión de fuerzas se hace irregular sobre las placas terminales de los cuerpos vertebrales adyacentes y sobre el anillo periférico, de forma importante en la región posterior, donde se encuentra adherido al ligamento longitudinal que posee inervación (28).

La continuidad del proceso degenerativo, acelerado por los cambios en el disco y la distribución irregular de las fuerzas, provoca cambios estructurales en el anillo fibroso, la aparición de ruptura anular del disco y cambios en las articulaciones facetarias; las fuerzas se trasmiten más allá del ligamento y comienzan a influir sobre el saco neural en su totalidad o las raíces nerviosas derecha o izquierda del espacio afectado, aparece la sintomatología del dolor irradiado o ciatalgia que puede ser uní o bilateral en dependencia de las estructuras comprimidas (28,29).

Finalmente, como consecuencia de la mayor afectación de las raíces bajas, producto de la formación de osteofitos anteriores al canal, hipertrofia de las facetas articulares y engrosamiento compensatorio de los ligamentos, aparece la claudicación de tipo neurológico, para algunos relacionada con el daño de al menos dos niveles intervertebrales y los posibles trastornos esfinterianos (29). Todo este proceso que relaciona la degeneración con la sintomatología, evoluciona con el tiempo, lo cual le confiere a la edad un mayor valor relativo diagnóstico.

Airaksinen reconoció que la presencia de comorbilidad está asociada a resultados malos y reportó presencia de la misma en 32,4% de sus pacientes en una muestra relativamente joven, entre 40 y 69 años con edad media de 55 (30); Hee (31) quien reconoció que los pacientes con peor desenlace son los que tienen edad avanzada y enfermedades asociadas, encontró un 40% de comorbilidad en su serie con edad media de 68 años, mientras que de los 98 pacientes de Carrion (3) con edad media de 72 años, 86 presentaron alguna comorbilidad, pero ambos consideraron que la presencia, el tipo y el número de ellas no influyó en la prevalencia de alguna complicación y por ello en sus resultados; Li como resultado de su metaanálisis con 471215 pacientes, concluyó que los porcientos de complicaciones y muerte se incrementan producto de la edad y la comorbilidad y puso de ejemplo que entre 65 y 84 años de edad, los pacientes que no poseían comorbilidad, tuvieron un 11,6% de complicaciones y un 0,15% de mortalidad, mientras que pacientes en ese mismo grupo de edades con tres comorbilidades sufrieron un 15,4% de complicaciones y 0,36% de mortalidad; pacientes mayores de 85 años sin comorbilidades presentaron 14,7% de complicaciones y 0,22% de mortalidad, mientras que en aquellos con igual edad y tres comorbilidades se incrementó a 18,9% de complicaciones y 1,4% de mortalidad (18); Galiano encontró comorbilidad en el 100% de sus casos, con media para edad de 82,2 años y planteó que la comorbilidad se asoció a empeoramiento de los síntomas previos, de la función y de la satisfacción posquirúrgica de sus pacientes y valoró la afectación de varios niveles y comorbilidad musculoesquelética como predictores del desenlace del tratamiento (5). Jakola solo categorizó a sus pacientes según la clasificación ASA del riesgo anestésico y encontró siete pacientes grado I, 65 grado II, 28 grado III y solo un paciente grado IV (21).

Las complicaciones de las cirugías sobre la columna vertebral están influenciadas por los factores de riesgo propios del paciente y los derivados del acto quirúrgico. En el primer grupo además de la comorbilidad y el riesgo anestésico se incluyen la edad del paciente como variable relacionada con el desenlace y el número de niveles afectados por estenosis, mientras que cada técnica quirúrgica posee un nivel de complejidad distinta que se asocia al tiempo anestésico y de exposición de los tejidos, así como la lógica pérdida de sangre y los riesgos inherentes.

Usamos el esquema para clasificar las complicaciones, descrito por Carrion y seguido por muchos, donde complicación se define como cualquier evento donde el paciente requiere una intervención específica o tratamiento y las categoriza como complicaciones mayores y menores; las mayores son aquellas que causan un efecto negativo sobre la recuperación del paciente y las menores son consideradas sin efecto significativo sobre el mismo. La necesidad de transfusión sanguínea no es considerada una complicación (3,32).

En nuestra serie ocurrieron cinco complicaciones perioperatorias, todas catalogadas como menores; una infección superficial de la herida, un trastorno temporal de esfínter vesical y cinco lesiones de la duramadre, todas solucionadas en un periodo corto de tiempo y sin influencia en los resultados.

Strömqvist en Suecia encontró que en 3699 operaciones realizadas en un período de cinco años, la incidencia de lesión de la duramadre era de 7,4%, que al analizar la técnica quirúrgica empleada se dividía en 8,5% para los casos a los cuales se les realizó descompresión simple y 5,5% para los operados mediante descompresión más fusión. La incidencia de lesión dural se incrementaba de un 5,1% cuando se intervenía un solo nivel, a 11,5% cuando la descompresión era de cuatro o más niveles; reportó como factores que incrementaron el riesgo de esta complicación, a la edad, las cirugías previas y el hábito de fumar. A medida que se incrementó la edad, el riesgo se incrementó a razón de 2,7% por año, siendo el mayor número de los pacientes incluidos en este estudio de edad avanzada y con afectación de varios niveles tratados mediante descompresión simple (20). Santos Coto en Cuba, en pacientes jóvenes reportó como complicaciones un pseudocele y dos pacientes con reacción al material de sutura (15); Mauri Pérez en sus 41 pacientes reportó 23 complicaciones: cinco lesiones de duramadre, dos infecciones profundas, dos trombosis venosas, tres con empeoramiento neurológico y una muerte (16).

Los pacientes en este estudio ubicaron su dolor preoperatorio por encima de la escala de nueve, con ocho en el nivel máximo de diez. A los dos años del posquirúrgico, el cambio fue muy significativo, ningún paciente se ubicó en la escala mayor al cinco, con cerca del 77% de ellos en las escalas de tres y cuatro.

Autores mencionados, que utilizaron en su