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Violencia en el noviazgo y seis factores asociados

conductas de violencia patrimonial son: el uso de artículos personales tales como celular, computadora, redes sociales, correo electrónico, robar, apropiarse o dañar artículos como de ropa, automóvil, cuadernos, etc. Aquellos correspondientes a violencia económica son: insinuación persistente de regalos y/o salidas costosas, robo de dinero, tarjetas de crédito, chantaje para obtener efectivo, entre otros (34).

Dentro de la violencia económica y/o patrimonial, las conductas de mayor incidencia son la destrucción de objetos de la pareja o golpearlos contra la pared durante riñas (30) y según otro estudio, el robo de dinero o daños a los bienes materiales de la pareja, siendo reportado el varón como principal ejecutor de tales actos (31).

Otras investigaciones arrojan también robo de dinero o de bienes materiales, no dejar trabajar a la pareja o presión para ceder bienes (20).

La violencia en el noviazgo se mide en grados

No es lo mismo una cachetada, que una puñalada; El grado o intensidad de la violencia depende de diversos factores, algunos más tangibles que otros (35). En casos de violencia física es más fácil diferenciar los grados, ya que la guía suele ser la marca o lesión corpórea dejada, siendo leve, aquellas carentes marca o cuya lesión dure menos de 15 días en sanar; moderada, aquellas cuya lesión dure más de 15 en sanar, siempre y cuando no ponga en riesgo la vida del receptor; severa es aquella que desafortunadamente cumple con la condición previamente mencionada. En el caso de la violencia económica es muy distinto, ya que varía según el daño material o económico generado (36).

La categorización del grado de violencia sexual y psicológica se vuelve más compleja de valorar, ya que depende del grado de afectación en la victima, los cuales incluyen malestares leves manejables por quien recibe la agresión; malestar que por su intensidad, requieren de intervención de terceros, tales como orientadores, psicólogos y otros tipo de tratamiento para lograr el restablecimiento del equilibrio; hasta aquel grado de afectación que pone en riesgo la vida de la persona por la generación de ideas suicida, tentativas o actos de esta naturaleza, donde indudablemente es vital el apoyo de profesionales de la salud en pro de la rehabilitación de la persona para que retome el control de su vida.

Se encontró un estudio que señala 4 niéveles de violencia: mínimo, leve, moderado, alto (37). Sin embrago, la mayoría de la literatura consultada versa sobre 3 grados de violencia: leve, moderado y severo, los cuales dependen del tipo de agresión y a continuación serán mencionados más ampliamente (33,35,36,38):

I Violencia leve en el noviazgo

En el caso de violencia física, son aquellas acciones u omisiones que originan una lesión no visible o bien de una intensidad baja y que por ende no requiere de un tiempo mayor a los quince días para sanar; por ejemplo cachetadas, empujones, pellizcos, rasguños, jalones de cabello, por mencionar algunos (38).

Para violencia psicológica, desafortunadamente el grado leve corresponde en muchas ocasiones a patrones habituales de comportamiento entre jóvenes, los cuales suelen ser menos reconocibles, ya que suelen apreciarse como comportamiento normal en una pareja de novios: “así nos llevamos” (33).

Hablando de violencia económica, el grado va en función del daño a las propiedades o bienes, como se mencionó previamente; en el caso de la violencia sexual, algunos ejemplos de violencia leve son: roses, besos no deseados o insinuaciones, recordando que lo más importante para este caso es el grado en que impactan estas acciones a quien las recibe (36).

II Violencia moderada en el noviazgo

La violencia física será en grado moderado, cuando las lesiones que se produzcan, requieran un tiempo igual o mayor a 15 días para su total recuperación, siempre y cuando la vida de quien lo sufrió no se vea en peligro como consecuencia de ellas, como lo pueden ser: esguinces de tobillo o muñeca, fractura de brazo, ciertas quemaduras, etc.

La violencia económica moderada se sigue evaluando en función del principio ya señalado; la violencia moderada de tipo psicológico, será determinada por la afectación emocional, así también la violencia sexual, considerando como ejemplo de esta ultima los tocamientos sin consentimiento (38).

III Violencia severa en el noviazgo

La violencia psicológica se vuelve severa cuando la afectación es tal, que quien la recibe se siente tan devastado (a) por las constantes y fuertes humillaciones, que recurre a ideación o intentos suicida como una aparente solución que evitaría el sufrimiento generado por la situación que vive, poniendo así en riesgo la vida (38).

Para el caso de la violencia física se categorizará como severa, cuando existan lesiones que pongan riesgo la vida de quien las ha recibido, tales como: estrangulamiento, quemaduras severas, lesiones con arma de fuego y objetos punzocortantes etc. Ejemplos de violencia sexual severa son la penetración en cavidad oral, anal o vaginal con el miembro viril o bien la penetración forzada de vagina o ano con cualquier objeto, sin dejar de lado el impacto psicológico que estas acciones tengan para el receptor de ellas (38,39).

Seis factores asociados a la violencia en el noviazgo

Tanto antecedentes de violencia en la familia de origen, ideas preconcebidas sobre roles de género y actitudes discriminatorias, como las adicciones, pueden contribuir a la repetición de patrones violentos en una relación de noviazgo (13). En el mismo sentido, la juventud ha manifestado que tanto la autoestima, los estilos de crianza y factores tanto sociales como económicos, están fuertemente ligados a la violencia en el noviazgo (40). A continuación se mencionan algunos de ellos.

I El sexo

Entendiendo el sexo como los mecanismos biológicos que determinan a una persona como hombre o mujer, lo cuales están ligados al cromosoma 23 (XX mujer o XY hombre). Estudios en jóvenes confirman esta asociación entre sexo y violencia en el noviazgo, ya que continúan planteándose creencias sobre el sexo dominante en la sociedad (38), o bien una guerra de sexos.

Corral, S. encuentra en sus estudios un patrón bidireccional en la violencia (19,33), es decir esta es ejercida tanto de hombres hacia mujeres como a la inversa, sin embargo en el caso de la violencia física y sexual en parejas, es el hombre quien mayormente la ejerce, siendo lo contrario en el caso de la violencia psicológica en la misma población (33). Hallazgos de Oliva y Cols. siguen una línea similar, donde encuentra que jóvenes mexicanos de ambos sexos